El verdadero síndrome posvacacional, esa estupidez del “malestar emocional” por tener que volver al trabajo, es el que padecen muchas empresas y autónomos, los parados, los trabajadores en Erte y los ciudadanos, angustiados al ver como la cuesta del otoño está cursando con el aumento general de precios, con el de la luz como ejemplo paradigmático.
A finales de agosto, el Instituto Nacional de Estadística (INE) avanzó los datos de la subida de la electricidad, la gasolina, el gasóleo y el gas -subidas ya rebasadas- que desencadenan un efecto dominó alcista en todos los productos de primera necesidad, los que Fraga agrupaba bajo el nombre de “los garbanzos”, y sitúan al IPC en el 3,3%.
Detrás de esta inflación está como primer culpable la factura de la luz que seguirá batiendo records, un problema que, pese a ser complejo y con raíces profundas, tiene soluciones que no encuentra el Gobierno.
En su comparecencia en el Congreso, la ministra Ribera dejó constancia de su impotencia, culpó a los mercados, a los derechos de emisión de CO2, a Europa… y prometió estudiar el problema -“estamos en ello”, dijo el presidente ante los directivos de las Eléctricas que aplaudieron a rabiar- mientras el recibo se desboca, golpea a los sectores productivos y a las familias y dificulta la recuperación económica.
La ministra también dijo que las Eléctricas están faltas de “empatía emocional”. No solo no tienen esa empatía, es que actúan con impunidad. La Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) acaba de denunciar que algunas comercializadoras encarecieron sin razón la factura de la luz al menos a 150.000 hogares. ¿Por qué la CNMC no publica sus nombres? ¿Por qué la oposición no los exige? ¿Qué hacen las organizaciones de defensa del consumidor?.
Las Eléctricas hacen lo que les da la gana, vacían los embalses, maltratan al cliente, cobran de forma indebida… y el Gobierno consiente esos atropellos. Y viendo estos precios y abusos, ¿dónde están los sindicatos? ¿Esperando que gobierne la derecha para defender a la gente?.
En un rasgo de benevolencia, se puede ser comprensivo con la incompetencia o impotencia del Gobierno ante el precio de la luz. Pero es intolerable que permita que esas comercializadoras desplumen a 150.000 familias. “Si el PSOE y Podemos, en lugar de estar en el Gobierno estuvieran en la oposición, las calles de España estarían incendiadas”, dice Inés Arrimadas y seguro que tiene razón.
Nota a pie de página: ¡cuidado con la inflación!. Es una seria amenaza para las cuentas públicas -algún día habrá que volver a la disciplina fiscal-, para las empresas y para el bolsillo de la gente. Anuncia que vienen curvas económicas muy peligrosas.