La mañana del 10 de septiembre de 1996 ocurrió algo que cambió para siempre la vida de la ciudad. El derrumbe del vertedero de Bens generó durante días miedo, ansiedad, caos y un penetrante mal olor que pocos de los coruñeses que lo vivieron olvidan 25 años después.
“Por la mañana recibí una llamada por un movimiento de tierras en el vertedero. Lo primero que hicimos fue mandar para allí a los socorristas de Riazor, porque eran los que estaban más cerca, y les dijimos que fueran a mirar si había alguna persona afectada. Yendo para allí ya me alertaron de que se había venido abajo todo y esa primera imagen del Portiño por la carretera de la subestación no se me borra”, recuerda Carlos García Touriñán, que por aquel entonces ya presidía la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil.
Al impacto visual de aquella marea de basura se sumó la angustia de conocer que una persona podía haber quedado sepultada en los escombros. Era Joaquín Serantes, de 58 años, que se encontraba lavando su coche en la zona. “Le vi cómo intentaba escapar corriendo, pero la avalancha le alcanzó y acabó rodando entre los escombros”, afirmó en su momento Anselmo Caneda, vecino de O Portiño.
El alud, formado por unos 200.000 metros cúbicos de basura y tierra, se desprendió por la ladera unos cien metros hasta llegar al mar, arrastrando a su paso numerosos coches y causando graves desperfectos en varias casas y galpones que los pescadores utilizaban para almacenar material y artes.
“Lo que más recuerdo es la alarma que se generó en la ciudad y la tristeza de saber que había un ser humano bajo aquella montaña. Y el olor”, rememora la concejala de Medio Ambiente, Esther Fontán –quien califica aquello como “la peor imagen” que ha visto en la ciudad junto con el naufragio del ‘Mar Egeo’–, y ensalza al Ejecutivo socialista de Francisco Vázquez por “saber ver una oportunidad en la tragedia” y crear no solo Nostián, sino un extenso parque como el de Bens.
Fueron días de trabajo sin descanso –“no salíamos de allí, yo no iba a mi casa”, dice Touriñán–, con 43 camiones y 13 palas excavadoras a pleno rendimiento. Los vecinos de O Portiño fueron instalados en el Palacio de los Deportes, con las dificultades de logística que ello implicaba.
La alcaldesa, Inés Rey, considera el accidente “un antes e despois nas políticas de tratamento de residuos da Coruña e de moitas cidades de España”, recordando que el ayuntamiento “foi pioneiro á hora de apostar por un modelo de reciclaxe máis sostible e ecolóxico”.
Fontán recuerda que “solo la Unión Europea ayudó” y añade que tienen por delante un reto, el de convertir Nostián en referente del reciclaje y la reutilización. Este mes se adjudicará la redacción de los pliegos para adecuar la planta a las normas europeas.