El Real Decreto de Evaluación, Promoción y Titulación permite a los alumnos graduarse sin tener todo aprobado, obtener el título de bachillerato e ir a la selectividad con una asignatura suspensa y elimina las pruebas de recuperación en Secundaria.
Son disposiciones que generan mucho rechazo en la sociedad contraria a semejante “relajación de la exigencia” en la escuela que consagra la mediocridad y dinamita la cultura del trabajo, del esfuerzo y de la competitividad que exige la vida misma, que fue lo que permitió y permite el “ascenso social” a los hijos de los pobres.
Piensa lo contrario la ministra de Educación. Aseguró que este “nuevo sistema de evaluación impulsa una cultura escolar basada en la confianza, la motivación, el trabajo colaborativo y la participación… para conseguir que todos nuestros alumnos alcancen el mejor aprendizaje posible…”.
Es posible que la ministra actúe de buena fe. Pero desconoce la idiosincrasia de los escolares y sus pautas de comportamiento y, por tanto, el impacto que tendrán estas medidas en el contexto educativo. Con este Real Decreto, el Ministerio transmite un mensaje demoledor para los alumnos poco aplicados, que estudiarán menos y desmotiva a los buenos escolares “igualados a la baja”. Regalando títulos conseguirán estudiantes “pasotas”, acríticos y manipulables, que debe ser lo que buscan, y perjudican a los que tienen menos posibilidades económicas. ¡Y vaya marrón endosan a los profesores!.
Dice el Conselleiro de Educación que esa decisión unilateral es contraria a la idea de diálogo, cogobernanza y respeto a las competencias y que velará para que el impacto “sexa o menor posible”. Román Rodríguez señala, con razón, que “estamos ante unha proba mais dun xeito de facer política de ordeno e mando que no debería ser habitual en educación”.
En mi opinión, estos es lo más grave que ha ocurrido en muchos años en España en el ámbito de la educación, que es un valor estratégico del que depende su futuro a todos los niveles. “Para destruir una nación, dice un cartel de una universidad de Sudáfrica, no se requiere de bombas atómicas o misiles de largo alcance. Solo se necesita bajar el nivel de educación y permitir que se copie en los exámenes”.
Aquí ya no hace falta copiar, la LOMLOE garantiza el aprobado general y la titulación universal. Pero esa Ley, que empeora a todas las anteriores, camina en dirección contraria a los requerimientos de la vida. Acabarán aprobando todos los alumnos, pero después los suspenderá la misma vida, exigente y competitiva.
Catherine L’Ecuyer (Quebec, 1974) “la ignorancia se está convirtiendo en un valor social, incluso con una pose de superioridad moral”. En esas estamos.