Un vulgar playboy es salvado de la muerte después de un accidente en un bote gracias al respirador que se guarda para un doctor enfermo. Al mismo tiempo, el médico sufre un colapso y muere. Merrick es hospitalizado en la clínica del fallecido. Con unos mimbres dramáticos absolutamente excesivos, producción de Ross Hunter y las huellas de un filme previo de John M. Stahl (Sublime obsesión, 1935), Douglas Sirk muestra de modo magistral las excelencias de su talentosa puesta en escena: múltiples técnicas de iluminación, elegantes y ajustados movimientos de cámara y un inteligente uso de la música.
Douglas Sirk, 1954
Jane Wyman, Rock Hudson, Agnes Moorehead, Barbara Rush
108 minutos