Terence Fisher, 1957
Peter Cushing, Hazel Court, Robert Urquhart, Christopher Lee, Melvyn Hayes
82 min.
El doctor Victor Frankenstein está obsesionado con dar vida al cadáver de un hombre muerto. Por su ciencia, estará dispuesto a traspasar todos los límites de la moral.
La novela de Mary Shelley había tenido ya otras adaptaciones, pero seguramente nunca antes una tan descarnada como esta. El Frankenstein interpretado por Peter Cushing es una persona retorcida y manipuladora, que no muestra ni la más mínima empatía hacia nada ni nadie; solo da rienda suelta a sus instintos animales y los disfraza de progreso científico, acallando con su fortuna familiar toda posible contraposición moral o ideológica a su pequeño reinado de terror. Terror es el género en el que se adentra la productora Hammer de manera inequívoca con esta cinta tras unos primeros años más dedicada a la ciencia-ficción. El éxito comercial de la película será tal que ésta acabaría siendo el modelo a desarrollar en otros proyectos durante la próxima década, sin que la fórmula diese apenas muestras de cansancio.
El monstruo está interpretado de manera brutal y sin ápice del romanticismo que pudo tener en otras versiones por Christopher Lee. Fue la primera ocasión en la que él y Cushing colaboraban. Juntos formarían la pareja de protagonista-antagonista más célebre de la compañía, siendo las dos principales estrellas en las que la misma asentó durante tanto tiempo su fama.