En apenas diez años los españoles pasamos de presumir de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo a soportar las consecuencias del colapso de los servicios de Urgencias o a padecer largas esperas para una intervención quirúrgica. Alberto Freire, responsable en A Coruña de O´Mega –único sindicato medico con representación en Galicia tras las últimas elecciones en el Sergas (Servizo Galego de Saúde)– analiza la situación como profesional y como sindicalista.
¿Cómo está la situación en el área sanitaria de A Coruña?
No deja de ser igual que el resto de Galicia: plantillas agotadas por mantener el funcionamiento del sistema público a base de tesón y esfuerzo personal. La pandemia puso al descubierto las carencias estructurales de recursos humanos y medios materiales. Se apeló a nuestra vocación para mantener la asistencia durante la pandemia. Lo dimos todo para recibir a cambio unas condiciones laborales poco atractivas para fidelizar a los profesionales e insinuaciones por parte de los responsables políticos de que solo buscamos mejoras laborales, en un intento de apartar el foco del verdadero problema, que es el fracaso de su gestión.
¿Cuántos médicos más serían necesarios para garantizar una asistencia de calidad?
La calidad de la asistencia está garantizada por el esfuerzo de todos los trabajadores sanitarios. Otra cosa son las expectativas generadas en la población por los políticos, muchas de las cuales no se pueden ofrecer por ser inviables debido al déficit endémico de médicos. El número exacto de médicos que se necesitarían es muy difícil de cuantificar porque la propia Administración se encarga de ocultarlo. Nos podría dar una idea las listas de espera reales y las cifras maquilladas que nos ofrecen obteniendo medias entre especialidades con poco tiempo de espera y otras con una gran demora. Me hace gracia cuando publican que la espera media es de 75 días y yo, al día siguiente, emito una interconsulta a una especialidad determinada y le dan cita para seis, ocho meses o, sencillamente no se la dan alegando que ya los llamarán. Luego el paciente acude al año diciendo que todavía no lo han llamado.
¿Es un problema de falta de presupuesto o de organización de recursos?
Es de falta de recursos humanos como consecuencia de los recortes de los últimos años y de falta de planificación. Los responsables políticos se han encargado de buscar presupuesto para desviar el foco de su desidia durante más de 15 años y ofrecer a la opinión pública la versión de que somos los médicos los que no queremos trabajar más a pesar de lo que nos ofrecen: prolongaciones de la jornada de manera voluntaria, guardias, asumir 200 pacientes más a cambio de pluses… Para acceder a todas esas ofertas, un médico de AP tendría que trabajar 70 horas a la semana, o sea, restar a su familia, a su descanso personal, más de 30 horas semanales. Ha dejado de ser tanto un problema económico como de tiempo: el día no tiene horas suficientes para trabajar todo lo que nos ofrecen.
¿Quieren los pacientes que les atienda un médico que lleva 36 horas seguidas trabajando?
Esta situación se da con demasiada frecuencia en las guardias de hospital. Hace un mes, O´Mega denunció esta situación que padecen los pediatras de Atención Primaria que cubren guardias en el Materno Infantil Teresa Herrera. No piden el día siguiente completo de descanso, solo poder empezar su consulta un poco más tarde. La respuesta fue que las guardias “son voluntarias y pueden dejar de hacerlas”. Es un claro ejemplo de la penuria de las condiciones laborales que se ofrecen a los médicos y que les alienta a emigrar. Con los recursos humanos existentes, todo ya está inventado y reorganizado. El resto es intentar la cuadratura del círculo.
¿Cuánto tiempo dedica un médico de Atención Primaria a cada paciente? ¿Cuánto debería poder dedicarle?
Las teóricas agendas denominadas ‘de calidad’ intentan asegurar entre 8 y 10 minutos por paciente, pero con la capacidad resolutiva de Atención Primaria y su carga burocrática estaríamos hablando de consultas por enfermedad de 15 minutos para asegurar una adecuada asistencia. La realidad es que un médico de cabecera dedica a cada paciente el tiempo que este necesita. Y lo anterior, precisamente, ocasiona jornadas que terminan fuera del horario laboral al empeñarse los responsables en agendas de más de 30 pacientes al día. El trabajo de un médico de cabecera no solo es asistencial, deberíamos tener tiempo reservado para recibir e impartir formación, educación sanitaria, revisiones de pacientes crónicos, cumplimentación burocrática, asistencia en domicilio…
¿Por qué se colapsan periódicamente los servicios de urgencias?
Por una mala planificación y gestión de la Atención Primaria, que no está dimensionada de manera correcta para dar respuesta en épocas puntuales a un aumento de demanda, como la que supone, por ejemplo, las infecciones respiratorias de invierno. También influye la falta de camas de hospitalización, que hace permanecer a los pacientes pendientes de ingreso en urgencias. El sistema público de salud no deja de asemejarse a vasos comunicantes que cuando rebosan, vierten en el siguiente. Si los médicos de Atención Primaria están saturados, el paciente acude a los PAC, que se desbordan por una mala planificación, o en el servicio de urgencias de los hospitales.
El Chuac lleva 30 años con sucesivas ampliaciones. ¿Cree que ésta será la definitiva?
Se evitaría en gran medida la necesidad de ampliaciones futuras con instituciones de cuidados intermedios o crónicos que descongestionaran a un hospital de agudos como es el Chuac y el uso de camas que no han sido programadas para ser utilizadas por pacientes con patologías de esas características. Están vendiendo la futura tercera fase y todavía no han acabado la segunda, con el trastorno que supone este retraso para la ampliación de servicios que no han podido poner a funcionar unidades específicas como la rehabilitación cardíaca.
¿En qué especialidad es más deficitaria el área de A Coruña?
Las políticas de escatimar la reposición de recursos humanos en los últimos 15 años han desembocado en la actual falta de médicos. No se ha tenido en cuenta el envejecimiento de la población y, por tanto, el aumento de las patologías osteomusculares degenerativas, neurológicas y cardiovasculares inherentes al aumento de la esperanza de vida. Patologías que van a precisar la realización de pruebas diagnósticas de imagen. Por otro lado, políticamente hacen más daño las listas de espera del segundo nivel asistencial que la inversión en Atención Primaria para aumentar su capacidad de resolución. En España nunca se ha planificado la sanidad a largo plazo porque el éxito se lo llevaría el que venga detrás. Vende más y atrae más votos el ‘hospitalicentrismo’, y deslumbran más las nuevas tecnologías y técnicas que dan visibilidad inmediata que invertir en tiempo para hacer educación sanitaria en las consultas de Atención Primaria cuyos resultados serán tangibles con el tiempo. Todo esto ha llevado a un desprestigio de la Atención Primaria y a que los mantras de “puerta del sistema” y “pilar del sistema nacional de salud”, a fuerza de repetirlos, pero sin darles contenido real, hayan quedado como palabras huecas. Un sistema nacional de salud basado en el segundo nivel asistencial es insostenible.
Galicia tiene una las mejores facultades de Medicina de España, pero los médicos de forman aquí y después de van a ejercer fuera. ¿Cómo se puede retener ese talento?
Mejorando sus condiciones laborales y económicas. La situación en España no es muy diferente a las de otros países de Europa que aplican políticas para atraer talento: Irlanda ha puesto en marcha un plan para revertir la fuga de cerebros al traer personal médico experimentado de fuera de la UE a prácticas generales rurales que ya ha atraído a más de 50 médicos de todo el mundo, Francia tiene un verdadero problema con los desiertos médicos y ofrece vivienda a quienes quieran establecerse en ellos. En España, en cambio, se les ocurren ideas peregrinas como aumentar la jubilación a los 72 años o el MIR hasta ocho, cuando lo esencial sería un plan nacional sobre sanidad para evitar la competencia entre autonomías que actualmente estamos viviendo por ver quién oferta más para retener a los médicos. Galicia presenta una población envejecida y dispersa, con plazas de difícil cobertura que deben incentivarse de todas las maneras.
El número de ciudadanos con seguro médico privado crece de forma exponencial ¿La medicina privada alivia el estrés del sistema sanitario público o detrae recursos de éste?
Desde la crisis de 2008 los médicos han perdido hasta un 30% de su poder adquisitivo. Sirva como ejemplo la supresión de la paga extra impuesta por el Gobierno de Zapatero en 2010 y nunca recuperada. Tras más de seis años de carrera, un examen MIR, los años de especialidad y con el grado de alta responsabilidad que conlleva nuestra profesión, nuestro sueldo base no ha sido actualizado desde tiempos inmemoriales. Es comprensible que los médicos busquen recuperar el poder adquisitivo al que habían adaptado su proyecto vital y mediante un pluriempleo. Se calcula que en 2025 tendremos el mismo poder adquisitivo que en 2010: 15 años después estaremos recibiendo un salario correspondiente a 15 años antes. No es que los médicos queramos ganar más, si no recuperar los que nos han quitado.