Si la unión hace la fuerza lo de la hostelería coruñesa va camino de la vigorexia. Y es que tanto la plaza José Sellier como la calle Torreiro hicieron toda una demostración de músculo con motivo de los primeros tragos y los primeros bailes de la Noche Meiga. Cientos de personas dieron una demostración de camaradería y ganas de pasarlo bien, aunque también de estoicismo a la hora de pedir.

La Campana, La Intrusa, Bristol y Aeroclub tienen durante el año un público heterogéneo y el resultado de su unión fue precisamente la diversidad en gustos y oferta musical, y también culinaria. Hubo camisetas específicas para la ocasión, con las que fue posible identificar a cada camarero, además de un DJ en vivo y vecinos que desde las ventanas se sumaron a la fiesta. El menú específico incluyó choripán y empanada, así como cañas y copas a un precio más que asequible (todo por debajo de ocho euros).

Por su parte, el matrimonio entre La Urbana, Martirio, Buserana, Tracio o RedRum dejó una escena superior a un fin de semana en cuanto a gentrificación, lo que ya per se supone mucho. Al igual que en el resto de zonas de la ciudad la mezcla de procedencias y acentos fue otro punto a favor de la internacionalización de San Juan a la coruñesa.