El arma que se usó en el crimen de Oza-Cesuras pasó de mano en mano a cambio de “unos porros”

El arma que se usó en el crimen de Oza-Cesuras pasó de mano en mano a cambio de “unos porros”
Agentes de la Policía Científica de la Guardia Civil, en el lugar del crimen | Quintana

La Audiencia Provincial acogió ayer una nueva sesión del juicio por el crimen de Oza-Cesuras, donde en enero de 2021 fue asesinada de un disparo una mujer de 33 años. Durante la jornada de ayer, la acusación insistió en el móvil del la venganza y en que el  acusado, de 53 años, actuó en solitario. Pero también se testificó sobre el arma del asesinato que llegó a pasar de mano en mano “por unos porros”. 

 

La pistola era propiedad de un miembro jubilado del Cuerpo Nacional de Policía. En su declaración, el testigo aseguró que se la había quedado “como recuerdo” y que estaba “inutilizada totalmente”. “Me enteré al cabo de mucho tiempo que no estaba en mi casa y mi nieto me dijo que la había cogido él”, continuó.
 

Esta versión ha sido corroborada tanto por este familiar, al asegurar que la cambió “por unos porros”, y por el individuo que la recibió, quien manifestó que “la tenía como un juguete”. Además, precisó que su hermana la había tirado “a un contenedor” tras haber sufrido un desahucio. “Yo sé que tiré todo, vacié todos los cajones, no lo recuerdo muy bien y quizá estaba el arma también en las cajas”, ha indicado ella.


Ánimo de venganza 

Para Fiscalía, que pide una pena de 25 años de prisión por un delito de asesinato y tres años de cárcel por tenencia ilícita de armas, la muerte de la mujer en su vivienda fue “un crimen motivado por un fuerte ánimo de venganza por motivos laborales, cuyo germen es una relación personal entre la mujer del acusado y el marido de la víctima”. 

 

Por su parte, el padre de la víctima ha asegurado que su hija le transmitió, respecto a la relación mantenida a través de mensajes telefónicos entre su yerno y la mujer del acusado, según confirmaron ellos mismos en su declaración este lunes, que “el tema estaba zanjado”. 
 

Varios testigos han confirmado que el acusado, en varias ocasiones, mostró su malestar con el marido de la víctima ante el trato recibido por su mujer en la empresa en la que ambos eran compañeros. Indicaron que se mostró “enfurecido”, “con resquemor” y que dijo que iba a “tomar medidas” ante un asunto que no iba “a quedar así”. 

 

“Ese señor estaba enfurecido y se dirigió a mí quejándose del trato a su mujer y diciendo que las cosas no iban a quedar así y yo lo anoté en el parte de incidencias”, comentó uno de los guardias de seguridad de la empresa en la que trabajaban la mujer del acusado y el marido de la víctima.
 

Ambos se conocían y tenían una relación a través de Whatsapp, como admitieron. Según la Fiscalía, el acusado accedió de manera sorpresiva y armado a la vivienda, persiguió a la mujer y le disparó en el cráneo. Tras los hechos, fue detenido oculto en unos matorrales, con abundantes manchas de sangre en su ropa.
 

La acusación particular solicita prisión permanente revisable por el asesinato, además de penas de prisión por tenencia ilícita de armas y allanamiento, descarta la implicación de otro hombre, como sostiene la defensa, que habría sido el autor material del crimen. Esta parte pide de dos a cinco años por tentativa de robo con violencia en casa habitada. l

El arma que se usó en el crimen de Oza-Cesuras pasó de mano en mano a cambio de “unos porros”

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