A veces, la urgencia del momento impide pensar a largo plazo, y puede ocurrir también con la arquitectura. La consigna es ahora construir cuanto más y más rápido mejor para resolver el problema de la vivienda, pero no es la primera vez que la ciudad vive una época de gran desarrollismo y, a menudo, en detrimento de la calidad arquitectónica. Para el profano, la mayor cualidad de una vivienda es que tenga una hipoteca que se pueda permitir, pero los edificios son una de la formas en las que se hace una ciudad, el hábitat en la que viven los coruñeses, y los arquitectos alertan de que las grandes promociones son terreno abonado para la ”arquitectura seriada”.
“Es repetir siempre lo mismo. Da igual donde sea, da igual como sea. El marco físico, los requerimientos. Últimamente, da igual que una vivienda esté en A Coruña que en Malpica. Y empieza a haber muchos ejemplos, en A Coruña y en toda Galicia”, se lamenta Ignacio Reigada que, junto con su compañera Susana Vázquez, forma el estudio Sinaldaba, que realizó el proyecto de rehabilitación del número 88 de San Andrés, una ruina que la Xunta, a través del Plan Rexurbe, pretende restaurar.
Resulta difícil entender cómo una ciudad, cuya arquitectura se caracteriza por incorporar un elemento común, la galería acristalada, puede estar en contra del concepto seriado, pero Reigada matiza que hay muchos tipos de galería: “Las hay que tienen más o menos detalle, más o menos cuidado. No son las mismas las que hay aquí que las que hay en Vigo. O en Malpica”.
Es decir, que el 88 de San Andrés es y seguirá siendo único, a pesar de que su estado, muy deteriorado, obligará a rehacerlo casi por completo. “Forma parte de un conjunto, eso es indiscutible, pero la galería que se hará será diferente de las contiguas”, prometió Reigada. En cuanto a las galerías de la Marina, todas son diferentes. Pero no todas son de PVC, del mismo aluminio, del mismo edificio.
“Lo que no hay en la arquitectura tradicional es una marca comercial que se repite en la de al lado, en la de al lado, y en la siguiente, como está sucediendo en muchas ocasiones, ahora mismo, con muchos elementos, en edificios nuevos”, denuncia Reigada.
Como ya se ha dicho antes, las promociones que construyen los barrios de cero son terreno abandonado para este tipo de arquitectura que él denosta: “Hay un modelo repetitivo en Los Rosales, un patrón que se repite totalmente de un tipo de arquitectura que no puede ser tan vistosa como La Marina, o tradicional”. Por el contrario, no está en contra de otros desarrollos, como las viviendas sociales del Grupo Carmen, a pesar de que lo forman edificios idénticos entre ellos. “Ofrecen siempre un contexto muy puntual, como las del Campo de Marte, que son viviendas obreras”, puntualiza.
Regiada no es el único arquitecto que opina así. Su colega, Xiao Varela, mantiene una postura tan crítica como la que tenía cuando era concejal de Urbanismo, durante el mandato de Xulio Ferreiro. “Nesta cidade as cousas se fixeron co cú”, declara. En vez de “seriada”, él califica este tipo de arquitectura de “estándar”. Varela carga las culpas sobre el mercado inmobiliario, que tradicionalmente, en la ciudad, ha ofrecido un producto “de moi baixa calidade, semellantes, moitas veces pensados incluso para saltarse a normativa e conseguir rendibilidade”.
Sin embargo, reconoce que el mercado ha cambiado, aunque no necesariamente para mejor. Junto a las viviendas modestas, se ofrece un producto más de lujo, que cuenta con mejores vistas o más espacio, pero no son inmuebles necesariamente “mais afortunados” arquitectónicamente hablando. El polígono de la Náutica, que se desbloqueó durante su etapa como concejal, es un ejemplo de ello: Su localización, sus zonas verdes y su cercanía al mar explica lo elevado de sus precios, pero no porque ofrezca soluciones innovadoras al aprovechamiento del espacio.
Otro punto que Varela critica es Someso. Esta zona que acoge al Coliseum se caracteriza por varios bloques de viviendas, incluidos edificios muy altos: “Está pensado exclusivamente en sacarlle rendementos aos pisos. Que calidade arquitectónica teñen os bloques de Someso? Moi pouca, son tramas urbanas que non aportan nada ás persoas que se dedican”. Otro ejemplo de este tipo repetitivo de edificio se puede ver en Novo Mesoiro, que se caracteriza por grandes bloques recorriendo el monte sobre el que se levanta este barrio, del que todavía queda un único solar por construir.
Por el contrario, Varela defiende el polígono de Xuxán. “Ten uns estándares por enriba da media. Non son grandes obras arquitectónicas, pero son aceptables, están ben”. Al mismo tiempo, reconoce que los estándares urbanísticos se han vuelto cada vez mas exigentes con el paso de los años: “Xa foi peor do que é”. Aunque señala que, en polígonos como el de San Pedro de Visma, la densidad de construcción es muy alta, como en el proyecto original de As Percebeiras.
Por su parte, Ruth Varela, delegada coruñesa, del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), denuncia la pérdida de identidad que produce que se construya sin respetar la escala ni la tradición del lugar: “Como en un supermercado. Tú entras y no puedes distinguir uno de otro. No sabes donde estás. Es lo que Marc Augé (un antropólogo francés) denomina un ‘no lugar’, que no genera ningún tipo de arraigo”.
Mucho más práctico es el secretario general de la Asociación Provincial de Promotores de la Construcción (Aproinco), Juan José Yáñez, que mira con recelo la figura que denomina “arquitecto-artista”, porque provoca “un encarecimiento brutal del proyecto”. “Los materiales han subido una barbaridad; la mano de obra, otra barbaridad, y si encima nos ponemos exquisitos...”, dice.
E insiste: “Nosotros tenemos que ser cautelosos para que lo que construimos se pueda vender a la mayor cantidad de gente posible. Si encima nos ponemos a hacer cosas singulares que, por hipótesis, acaban siendo más caras, no solo por el proyectista, sino por el director y los materiales... Cuidado”. Para Yáñez, el “arquitecto-artista” está para proyectar edificios emblemáticos, como los que les encargan las administraciones. Por ejemplo, la Domus: “Normalmente, para residencial somos nosotros los que, en definitiva, pagamos honorarios, los que ya puntualizamos: tonterías, las justas”.
“Ahora te montan un edificio en el que no se tiene en cuenta qué materiales son los que se trabajan aquí, que no recoge la herencia de todo lo anterior. Todo eso se pasa por alto, son estructuras o indiferenciadas o que no tienen ningún tipo de arraigo, que crean ‘no lugares’, no sabes si estás aquí o en California”.
“Esa figura del arquitecto-artista lo que provoca es un encarecimiento brutal del proyecto. Los materiales han subido una barbaridad; la mano de obra, otra barbaridad, y si encima nos ponemos exquisitos... Tenemos que ser cautelosos, para que lo que construimos se pueda vender a la mayor cantidad de gente posible”.