Abriendo las puertas de casa por un día. Así se sentían las casi cuatro decenas de artistas y colectivos que ayer participaron en una nueva edición de la jornada ‘Estudos Abertos’, con la que permitir a los vecinos, amantes del arte y curiosos interesarse por sus lugares de trabajo, su obra o sus técnicas.
“Es como un día de fiesta, normalmente estamos solos, es un trabajo muy solitario, pero hoy todo lo contrario, puedes explicar tu trabajo, te conoce mucha gente”, explicaba Óscar Cabana, en su estudio de la travesía de Atocha Baja. Algo similar le ocurría a Ramón Astray en Nuestra Señora del Rosario, que comenzaba la jornada atendiendo a una pareja a la que no solo le interesaba su obra, sino el cómo trabajaba, su espacio y sus diversos métodos. Algo similar apuntaba Pedro Bueno, en San Roque, cuando explicaba que “mucha gente sabe que pintas, pero desconocen como va el tema, entonces ven el taller y se sorprenden de cómo es”.
En una jornada como la de ayer, explicaba Cabana, hay todo tipo de público, “hay gente que viene a comprar, otros a ver, pero también a aprender y te hacen preguntas”. A este respecto, complementa Bueno que acuden bastantes estudiantes de artes, “les interesa cómo es el proceso de elaboración, es muy interesante, son muy curiosos y siempre tienen una pregunta”.
El de ‘Estudos Abertos’ es también un día para que el público ponga cara a los artistas y, sobre todo, lugar. “Hay mucha gente que se sorprende y te dice ‘que guay, no sabía que estabas aquí’”, explica Cabana. “Que la gente vea los entresijos, nos aporta muchísimo”, indicaba, por su parte Bueno. Astray se sumaba a consideraciones similares, pero subrayaba otra más, la interacción con el público, que no se da en las exposiciones “porque estás solo el primer día”, pero también la localización de obras: “Vino una pareja que había comprado obra mía, me enseñaron los cuadros y me permite tener localizada las piezas”, apuntaba.
El éxito de afluencia no fue menor y eso quizá llama a repetir. “Hay quien quiere hacer una todos los fines de semana”, reconocía Cabana entre risas, pero “yo, una al año, los buenos eventos tienen que ir poco a poco, que no pierda interés, para que la gente tenga ganas”.
Desde primera hora se prodigaron las visitas, pero, sobre todo “a primera hora de la tarde”, apuntaba Bueno, que explicaba el turno de tarde era “una visita guiada constante” por el taller. Un taller abierto hasta la cocina, para que los visitantes no solo vieran la obra, sino el espacio y herramientas que usan en su día a día para crear sus piezas.
Hubo artistas que, además de recibir en “su casa” a los visitantes, les ofrecieron algo más, como talleres o actividades complementarias. Era el caso de Cabana, que propuso un mural para que pintasen los niños e invitó a otra artista, la diseñadora de bolsos Olivia’s Mole. Hubo otros, como Jano Muñoz que propuso una actuación de guitarra flamenca con Alberto Insua; o el colectivo Stolat, que contempló una performance de Mercedes Peón. Hubo también sesiones de formación como la de Luisa Valdés o talleres como los de Victor Rodríguez, Lidia Carrión o Laura Doldán.