Bea Lema inició sus pasos como diseñadora industrial, pero su vocación la convirtió en autora de cómic. En 2017, obtuvo el premio Castelao de la Diputación por la primera versión de ‘El Cuerpo de Cristo’, una obra personal con tintes autobiográficos.
La segunda edición logró el reconocimiento de crítica y público. Su último éxito es la doble nominación a los premios Angouleme, los más importantes del cómic europeo, cuyos ganadores se decidirán el 27 de enero en la ciudad francesa del mismo nombre.
¿Cómo empezó su carrera como autora de cómic?
Habría que remontarse al 2016. Yo hice Diseño Industrial y trabajé en Sargadelos como diseñadora. Cuando se acabó el contrato, tuve que replantearme lo que quería hacer y empecé a conocer a dibujantes de la ciudad que participaban en ferias de autoedición. También pude hablar con profesionales como Alberto Vázquez, Martín Romero o Pilar Marcó. Esto me hizo verlo como una forma de vida y decidí probar suerte haciendo dibujo e historieta. Además surgió de la necesidad de contar un poco mi historia porque ‘El Cuerpo de Cristo’ es una autoficción.
¿Qué acarreó obtener el premio Castelao por su primera obra?
En ese momento supuso un impulso muy grande. Confías más en lo que estás haciendo porque al principio haces algo que nadie te ha pedido y le dedicas un montón de esfuerzo sin saber a donde te llevará. Me dio confianza. También me puso en contacto con lectores y ahí descubrí que esta historia no era algo tan excepcional como pensaba. Se trataba de algo mucho más frecuente. Darme cuenta de eso hizo que quisiera revisar el trabajo.
¿Cómo fue la experiencia de desarrollar la segunda edición en las residencias de Angouleme?
Fue una experiencia genial porque las condiciones son idílicas. Es una residencia que organiza Acción Cultural Española en colaboración con la Cité internationale de la Bande Dessinée. Se desarrolla en la Casa del Autor de Angouleme. Se trata de un edificio lleno de otros artistas. Hay un montón de estudios y tú tienes tu espacio para desarrollar tu proyecto rodeada de un montón de gente de muchos sitios del mundo que hace lo mismo; así que hay mucho intercambio de experiencias. Angouleme es conocida por ser una ciudad volcada con el cómic. Me sentí comprendida porque a veces, en otros entornos, eres un poco el bicho raro que dibuja y no se sabe muy bien que es lo que hace para vivir.
¿Qué cambios hubo entre las versiones?
La replanteé a nivel gráfico. La primera versión sólo tenía líneas sobre blanco que había hecho de manera digital. Para la segunda edición puse el color y de manera tradicional en papel. Hubo todo un estudio de la imagen que tenía como objetivo un contraste entre la temática y la textura. Por otro lado decidí incorporar la parte de los bordados, que fue un giro bastante importante, y amplié la historia. Antes tenía 48 páginas, pero al final acabó con 175. Digamos que las temáticas y personajes del cómic están mucho más desarrollados.
¿Qué diferencia el mercado del cómic en Francia y España?
En Francia hay muchísimos más lectores. Creo que leer cómics es más minoritario aquí; allí está mucho más igualado a la narrativa. Hay más escuelas y muchísimos más eventos como festivales y ferias a la que va gente de todas las edades. Es un movimiento increíble de personas comprando y de dedicatorias. Diría que es algo único en Europa.
¿Es cierto que plantea adaptar el cómic a cortometraje?
Eso está en marcha. Cuando estaba muy cerca del final del cómic, contacté con Uniko, que es una productora gallega, para plantear esta posibilidad. La verdad es que el proyecto ha sido muy bien recibido. Creemos que el proceso será un año y medio, o dos, de trabajo. Luego empezará un recorrido por festivales.
¿Tiene pensado algún otro proyecto?
Tengo cosas en mente, pero el cortometraje es algo grande para mí porque es un reto nuevo. Por ahora prefiero no proyectarme más allá de ese año y medio o dos; después ya se verá que deparará el futuro.