Es una expresión tabú entre los profesionales de las tascas eso de “vamos a tomar la última”. Siempre surge una réplica que reivindica que ésta debe acompañar al cliente en la tumba. Sin embargo, en honor a la verdad y si un emprendedor no lo remedia, la realidad dice que al filo de las 16.15 horas se sirvieron las últimas copas en la historia de Os Belés, una de las plazas históricas del chateo coruñés y que, tras casi siete décadas, pone un punto y aparte, o puede que final, a su historia en la avenida de Monelos.
Lo cierto es que no fue una despedida amarga, sino dulce como el vino. Los brindis entre carcajadas de los clientes invitan a pensar en la continuidad a medio o largo plazo, aunque jamás bajo la propiedad de Fernando Delgado, la persona que tomó el relevo en 2020 y que ha dicho basta. “Lo dejo porque voy a cumplir 67 años y por edad legal podría estar jubilado hace dos”, afirma. “Empecé a trabajar cuando aún no había cumplido los 14”, añade un hostelero que se rodeó de sus fieles en las últimas horas al frente de la tasca y que ha visto cómo por la puerta no han dejado de entrar propuestas de traspaso. “El mejor recuerdo que me llevo es haber trabajado como un hijo de puta. He conocido muy buena gente; una clientela muy pesada, pero muy buena gente”, bromea. Sin embargo Fernando tiene hechuras de duro negociador, de esos que rascan hasta el último punto de las condiciones, al más puro estilo Lendoiro. “El local, si alguien está interesado, se traspasará. Hay gente interesada y que vino a hablar conmigo, pero pero a la hora de poner el dinero parece que tengo que financiarlo yo”, exclama.
Un cartel de Fanta propio de la época del VHS y su inconfudible fachada azul otorgan a los Belés una singularidad y un carácter propio incontestables. Sin embargo, el corazón del local se ha adaptado a los tiempos y también a la legalidad vigente. A pesar de que muchos añoran embadunarse el calzado en serrín y tener que andar con pies de plomo para no resbalar, lo cierto es que de la tasca original permanece básicamente la esencia. Las cuncas y el vino peleón han dado paso a una carta gourmet y el patio de antaño es ahora una terraza que sería la envidia de muchos proyectos de postín. “Ahora hay que cumplir con muchas cosas y si querías sacar una licencia adelante había muchas deficiencias”, reconoce su todavía propietario.
Por otra parte, también podría señalarse que Os Belés vivió su último baile, pero éste en realidad hace tiempo que se produjo. La última gran fiesta tuvo lugar en septiembre de 2023, con el homenaje al desaparecido Fernando de Os Peteras. “Empezamos a ponerlas los fines de semana cuando me hice cargo de Os Belés, pero al cabo de un año, y debido a mi vejez, decidí darlo por acabado. Me daban las 05.00 o las 06.00 de la mañana”, asegura.
En el hasta hora último adiós a Os Belés muchos recordaron la figura de Cesáreo Pazos, hijo de José, fundador de la tasca. Desde su marcha el establecimiento ha amagado con el adiós en varias ocasiones, aunque siempre acabó por alcanzar la salvación. Entre Pazos y Delgado median tres propiedades en menos de una década, algunos con un paso de unos pocos meses. “En mi caso los sábados y los domingos ya no abro y, si hay un festivo de por medio, me tomo la semana completa. Sin embargo, en cuanto al tema tema económico estaba contento. Sí que tiene futuro, pero hay que trabajarlo”, advierte Fernando antes de los enésimos brindis de despedida.
Y es que si Os Peteras tuvieran que parafrasear al mil veces versionado Sabina para cantarle a Os Belés en su despedida seguramente dirían: “Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, estas cenizas no juegan con fuego, este ciego no mira para atrás”.