El parque de San Diego amaneció ayer mostrando los restos de un botellón: latas de cerveza aplastadas, bolsas y botellas de plástico arrastradas por el viento y envoltorios de comida basura afeaban la principal zona verde de Os Castros. Así se lo encontraron los transeúntes que caminaban por el parque, que constataban que al fenómeno de las fiestas callejeras le cuesta morir, como también admiten fuentes de la Policía Local que reconocen que el parque de San Diego no se encuentra en la cada vez más larga lista de lugares que controlan para evitar esta clase de situaciones.
Aunque se prohibió beber en los jardines de Méndez Núñez en 2019, la práctica reaparece periódicamente
En efecto: desde antes incluso de que estallara la pandemia, el Gobierno de Inés Rey declaró una guerra sin cuartel contra el botellón, desde que convirtió los jardines de Méndez Núñez en una Zona de Especial Protección (ZEP). Es una de las medidas de las que la regidora se siente más orgullosa, puesto que sus predecesores siempre habían temido que prohibir a los jóvenes beber en los jardines, donde no había vecinos a los que molestar, podía provocar que el fenómenos se desplazara a zonas habitadas.
El precio a pagar era la basura acumulada cada fin de semana en Méndez Núñez, y los daños en las plantas y árboles donde los jóvenes orinaban. Pero, a finales de 2019, incluso antes de que se declarara ZEP, la constante presencia del 092 en la fuente en la que se congregaban los juerguistas había disuadido a muchos de ellos de celebrar la fiesta en ese lugar. La pandemia vino así a confirmar un hecho consumado.
Sin embargo, después del confinamiento, se tuvo que mantener una constante vigilancia por parte de la Policía Local para dispersar a los jóvenes en cuanto se formaban corros de bebedores: sitios como la plaza de María Auxiliadora o la de Lugo, situados en el centro, son de los más vigilados, aunque la finca de Os Mariñeiros llegó a congregar la mayor cantidad de jóvenes el año pasado, cuando se reunieron docenas de ellos en un par de ocasiones.
Los Rosales, el parque de Santa Margarita, e incluso los arenales del Orzán y Riazor son algunos de los puntos que también figuran en la ronda de la Policía Local y a la que presumiblemente se añadirá ahora el parque de San Diego.
Las leyes promulgadas por la Xunta durante la pandemia permitieron a la Policía Local aumentar la presión, puesto que una de ellas impide beber en la calle. Naturalmente, esta ley no se aplica con rigor y menos en verano, pero las autoridades la encuentran útil para sancionar a los más revoltosos, sobre todo aquellos que se resisten a abandonar la fiesta cuando hacen aparición las patrullas.