Durante mucho tiempo, la mayor parte del trazado del carril bici ha discurrido paralelo a la costa, siguiendo el Paseo Marítimo. Cuando llegó al poder la Marea Atlántica, puso en marcha el otro gran recorrido, que parte desde el puente de A Pasaxe y llega hasta el centro de la ciudad. Desde entonces, se ha ido tejiendo una red ciclable, pero no ha sido hasta ayer que por fin se ha dado el primer paso para unir las dos orillas del Atlántico en la ciudad, el Paseo Marítimo y La Marina.
Todavía queda por habilitar parte de este tramo, que debe discurrir por las calles de rúa Alta desde la calle Socorro hasta Cordelería. En ese tramo será bidireccional y de color rojo, como en tantas otras partes de la red, pero en la rúa Alta los ciclistas han tenido que conformarse con el pintado del suelo en blanco, sin más. Esto es necesario porque no se va a cambiar el firme de la rúa Nueva, que es una de las pocas calles el centro de la ciudad que conserva su adoquinado, histórico pero incómodo, de manera que los ciclistas tienen que traquetear hasta salir de la vía.
El hecho de que discurra por el centro de la calle, y no por un lado, es toda una declaración de intenciones: la rúa Nueva nunca volverá a ser la conexión que en su día fue con San Andrés, sino que el tráfico rodado se limitará a los vehículos de carga y descarga. La calle de San Andrés, a la que todavía quedan por delante varios meses antes de que concluyan las obras de humanización, no cuenta con carril bici por razones de espacio, así que los ciclistas tendrán que seguir escogiendo el Paseo Marítimo para continuar hacia Monte Alto.
Por otro lado, el carril bici de la rúa Nueva preconiza la reforma de Los Cantones, que comenzará a principios del año que viene, una vez hayan finalizado las obras de San Andrés. Se trata de un proceso largamente demorado que extiende la zona peatonal de La Marina prácticamente hasta la plaza de Mina. En todo este espacio, el vehículo privado será non grato.
Así que le tramo de la rúa Nueva es mucho más significativo de lo que parece, sobre todo en esta etapa de la red ciclable, en la que cada vez será más difícil expandirse. En efecto, desde 2019 hasta principios de este año se duplicó de largo, pasado de 23 a 55 kilómetros, pero ahora, cada vez más, los tramos que se construyen son más cortos, con algunas excepciones como la avenida de Arteixo. Se trata más de ‘coser’ las redes existentes que crear otras muy grandes.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que esos 55 kilómetros incluyen también los carriles 30 como los de Juan Flórez, en los que el ciclista (y el patinete, que es incluso más popular, y que se ha ganado el derecho a ser incluido en la señalización) comparte espacio con los vehículos de motor, así que solo una parte de esta red ciclable está formada realmente por carril bici. Los demás son ‘ciclocarriles’ como lo denominan los técnicos de Movilidad y se encuentra en la avenida de La Marina, la ronda de Outeiro, la ronda de Nelle y otros muchos puntos.
La próxima gran expansión del carril bici se localizará en Alfonso Molina, cuando comiencen las obras de humanización en las que el Ministerio de Transportes invertirá 4,5 millones de euros. Esta actuación incorpora diversos aspectos que mejoran la integración urbana de la actuación y aportan seguridad vial a los usuarios vulnerables, incluidas vías ciclables, segregadas del tráfico ruidoso de Alfonso Molina mediante barreras de cemento y plantaciones de pantallas vegetales para que los ciclistas no se sientan intimidados por el tráfico, aunque seguirán teniendo que afrontar la pronunciada pendiente que existe a la altura de San Vicente de Elviña.
Si las cosas siguen así, no está lejos el día en el que se instale una estación de BiciCoruña al pie mismo de la ronda de A Pasaxe. Así los que lo deseen podrán remontar la cima y contemplar A Coruña desde un sillín.