El centro de baja exigencia municipal de A Coruña, que se encuentra en el antiguo edificio de Padre Rubinos, no abrirá sus puertas hastas finales de año. Así lo anunció la alcaldesa, Inés Rey, en una visita oficial en la que estuvo acompañada por la nueva concejala de Bienestar social, Nereida Canosa, y el concejal de Urbanismo, Francisco Díaz Gallego.
Rey destacó la importancia de las políticas sociales en su gobierno y recordó que fue necesario cerrar el anterior, el Abeiro, ubicado en Orillamar y que había abierto la Marea Atlántica, porque incumplía las normativas. El Ayuntamiento decidió abrir otro en Labañou, reformando el semisótano y la planta baja del inmueble que antes ocupaba el albergue de Padre Rubinos, tras firmar un convenio en abril del año pasado.
Las instalaciones están pensadas para individuos en riesgo de exclusión social y que no cumplen con las normativas de otros recursos sociales. Ya sea porque no cumplen los horarios, porque consumen drogas, porque llevan perros con ellos, o por cualquier otro motivo.
El centro ofrece una zona de descanso, de aseo, un comedor y una cocina con capacidad para treinta plazas. En la primera fase se han invertido más de 700.000 euros pero en una segunda se espera aumentar la capacidad hasta los 45 usuarios, transformando una galería.
Este centro de baja exigencia fue uno de los primeros proyectos que pensó poner en marcha el Gobierno de Inés Rey, pero solo ha sido posible inaugurarlo bien entrado su segundo mandato. El PP denunció que, por retrasos en las obras, se perdieron 200.000 euros de fondos europeos,