Duró menos de una semana, pero qué semana, el reino del dios Momo. Volvió a arder en su lugar habitual de incineración, la playa de San Amaro, a los pocos minutos de que la sardina no se rigiese por la tradición patria y escapase de un entierro al uso. Aquí somos más de devolverla al mar y hacer su camino de regreso una suerte de cortejo festivo-choqueiro en forma de última gran troula del Entroido.
Más o menos lo que un partido de fútbol duró la procesión desde el Circo de Artesanos, donde algo más de un centenar de personas siguieron a las plañideras, a monaguillos y los grises, además de los algunos supervivientes de comparsas que debían tener las suelas como el neumático de un fórmula uno después de una carrera. Dejó incluso cierta sensación de morriña y vacío el paso por la estrecha de San Andrés y la calle de la Barrera, donde durante días el tránsito se hizo absolutamente imposible. El carnaval 2023 será recordado por muchos como el que devolvió las sonrisas debajo de las máscaras, pero también el que batió todos los récords de asistencia.
La primera gran parada tuvo que ver con los salmos en María Pita y las bendiciones de unos sacerdotes muy poco ortodoxos, que le dieron su última bendición a la sardina. Ni el chaparrón impidió entonces que lo que comenzó como un centenar doblase ya la cuantía. “Hágase tu voluntad en los bares y los burdeles, la mezcla nuestra de cada día dánosla hoy y líbranos del garrafón y la copa sin alcohol”, exclamaba uno de los responsos.
La plaza de España tuvo una parada más larga. Se acomodó la sardina en su carroza y Momo se unió al pelotón. Fue llegar al epicentro choqueiro y ser ya cosa de miles un cortejo que cambió los lloros por el grito y el baile al ritmo de Aixa Romay. Subida en la carroza de un dios Momo al que le quedaban minutos de existencia entonó clásicos del electro latino para poner a prueba el desgaste del carnaval. Ya en San Amaro, a las 21.57 horas, la sardina fue acompañada hasta el mar, pero se resistió a abandonar una ciudad donde pareció sentirse como pez en el agua. De hecho, naufragó y se partió por la mitad. Como el corazón de todos los choqueiros.