Cinco años de la pandemia | El teletrabajo: una realidad por la que ya optan casi el 10% de los herculinos

El programador Adrián Botana dice que la pandemia “solo aceleró un proceso que, sin ella, habría durado más”
Cinco años de la pandemia | El teletrabajo: una realidad por la que ya optan casi el 10% de los herculinos
Adrián Botana trabaja con su portátil

El covid mudó nuestra forma de relacionarnos y de entender nuestros espacios, pero no se quedó ahí. También nuestra forma de concebir las ocupaciones se vio trastocada y, pese a que millones de personas se mantuvieron en stand by durante los primeros meses de pandemia en lo que respecta a sus empleos, hubo quienes fueron los pioneros de un modelo de empleo, el teletrabajo, que ha llegado para quedarse. Y es que en A Coruña, según un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicado en enero de este año, el 9,3% de los trabajadores y/o estudiantes recurren al teletrabajo.


Así, parece claro que durante el covid fue el mayor momento de teletrabajo. Una modalidad  de empleo que, en los cinco años que han pasado desde entonces, las autoridades han tratado de fomentar como un método de reducir el tráfico generado por los desplazamientos que atascan en hora punta lugares como Alfonso Molina.


En esto, A Coruña va en cabeza de todas las grandes ciudades gallegas, con un 9,3% de los casos. Es decir: 10.829 residentes permanecen en el propio domicilio durante su jornada laboral o de estudio, una cifra aún marginal pero indicativa del impacto que tuvo la pandemia en el mundo laboral. Se coloca unas décimas por delante de Santiago, que muestra un porcentaje similar. Vigo, por su parte, se mantiene con un 8,4%, mientras que solo el 6,1% de los lugueses trabaja o estudia en su propio hogar, lo que supone la cifra más baja de todas.

 

Cambio de paradigma

Uno de los casi 11.000 coruñeses que teletrabaja a diario es Adrián Botana, de 30 años, quien se muestra contundente respecto al impacto del covid: “La pandemia solo aceleró un proceso que, de no haber existido el covid, habría durado más, quizá diez años, y no lo que realmente duró: uno o dos años”. Este programador informático ya teletrabajaba hace cinco años, cuando se produjo el estallido de la pandemia. Lo hacía en una empresa de Gijón que, simplemente, daba la opción a sus empleados de hacerlo, pero desde entonces ha sido testigo de cómo, en su gremio, ya todas las compañías han cambiado el chip y posibilitan el teletrabajo. “Entiendo que no es posible en todos los empleos, y que haya puestos en los que sea necesario ir presencialmente, pero para nosotros ya no lo es”, resume.


De la misma manera, pese a que manifiesta que hay una serie de inconvenientes que se pueden producir si no se dan las mejores condiciones para hacerlo, también cree que para un determinado perfil de persona puede ser una opción idónea. “Alguien que sea capaz de concentrarse y que no le importe estar solo no debería tener problema”, dice. Entiende, no obstante, que es “ambivalente” y que “haya gente a la que le pase lo contrario, que el teletrabajo se le complique porque tiene muchas distracciones en casa o simplemente le cuesta más concentrarse en ese ambiente”.

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