Las escaleras de la plaza de Capitanía, uno de los rincones más reconocibles y fotografiados de la Ciudad Vieja, pierden protagonismo en un barrio que reivindica la recuperación del acceso y la normalidad del tránsito peatonal. Una reforma en un edificio cercano, que según los vecinos se extiende en el tiempo de manera inexplicable, mantiene cerrado el paso a visitantes y residentes. 

No se trata, según defiende la asociación vecinal, de un simple capricho estético, sino de una cuestión de practicidad a la hora de realizar gestiones del día a día. “Cada cosa tiene su cometido y ahora mismo la escalinata se encuentra inutilizada, hay mucha gente que tiene que dar un pequeño rodeo para ir a La Solana o, simplemente, los que compran en el ultramarinos se ven obligados a dar una vuelta”, explica Leonardo Méndez, presidente de la asociación vecinal. 

Por otra parte, la agrupación que representa los intereses de los residentes también transmitirá al Ayuntamiento, a través de la concejalía de Movilidad, la idoneidad de la instalación de unas marquesinas en las paradas de O Parrote y Maestranza. “Mucha gente se refugia en los soportales próximos y, como el bus va a gran velocidad, hay veces que no para a los usuarios”, lamenta Méndez, que también se encuentra en plenos preparativos para la asamblea anual de una asociación que está a punto de cerrar un año inolvidable. Y es que, entre el Rosario, el magosto y otras iniciativas llevadas a cabo la Ciudad Vieja ha recuperado buena parte del sentimiento de antes.