Son las 12.30 horas en la Facultad de Económicas de la UDC, una de las sedes en las que se celebra la EBAU en la ciudad. Algún estudiante se aísla en un rincón, apuntes en mano, para darle un repaso al último examen (de Geología o Filosofía), pero la mayoría ya se reúnen en corros y hablan de las ganas que tienen de que todo acabe tras tres días de agonía. Para ellos, dentro de dos horas, será verano a todos los efectos, diga lo que diga el calendario.
“Yo afronto este último examen tranquila, porque además, me gusta la Filosofía. Pero estamos todos deseando acabar. Cuando salgamos de aquí, va a ser una libertad”, afirma Daniela, del instituto Isaac Díaz Pardo, de Sada. “Hoy creo que todo el mundo va a dormir toda la tarde, porque lo necesitamos. Pero mañana nos vamos de fiesta a tope, que lo merecemos”, añade.
Su compañera Samoa está deseando acabar. “Lo llevé bastante mal en cuanto a nervios, la verdad. Me están saliendo bien, pero lo estoy pasando fatal”, admite. Por suerte para ella, este martirio está a punto de acabar para siempre, y ya tiene planes en la agenda para el futuro inmediato. “Creo que voy a dormir cinco siglos. Me meteré en cama después de comer y pediré en casa que no me despierten hasta última hora de mañana. Y luego, me veré una maratón de algo... de ‘El Señor de los Anillos’, creo”, dice tras pensárselo durante unos segundos. “Estoy deseando que llegue ese momento”, añade.
Cerca de Daniela y Samoa está también Carlota, que mira el reloj. Sabe que queda poco. “Creo que he gestionado bastante bien los nervios, o al menos, mucho mejor de lo que esperaba. En cuanto a los exámenes, quizás el que más me ha costado ha sido el de Lengua Castellana”, afirma. “Mi máxima ilusión ahora es acabar, dormir hoy, y mañana irme de fiesta”, reconoce la joven.
Otro de los institutos cuyos alumnos hacían la EBAU en Económicas era el Maristas. Y todos sus alumnos tienen un aliciente extra: este viernes, 24 horas después de los exámenes, celebran su graduación de fin de curso. “Decidimos ponerla en esta fecha porque, si llega a ser antes de la EBAU, no la íbamos a disfrutar al estar pensando en estudiar. Pero así estaremos liberadas”, explica Sabela, una de sus alumnas, que hace balance de las pruebas. “Lo peor fue el primer día, que estuvimos doce horas seguidas en la facultad. A partir de ahí, todo fue a mejor y más tranquilas”, explica.
Iria, su compañera, también está con ganas de acabar. “El más difícil fue el de Lengua, pero ahora ya casi hemos acabado”, reconoce mientras guarda los apuntes. Para todos ellos, los planes de este fin de semana son solo el inicio de un verano siempre inolvidable: el último antes de la vida adulta.