La pala excavadora volvió a hacer acto de presencia esta mañana en O Castrillón, en el solar de la avenida de Casanova de Eirís, para hacer desaparecer otra de las chabolas ruinosas que llevan años siendo objeto de quejas por los vecinos, que denuncian desde hace años peleas y tráfico de drogas en las casas bajas.
Enrique López, un okupa que habita el solar desde hace 18 años, en los últimos años sin luz ni agua. “Me siento como una persona cualquiera al que le pasara esto. Llevo años viviendo aquí y solo me reconocen una pequeña pensión, porque no me reconocen todos lo papeles que tengo”, comentaba con tranquilidad.
Allí tenía una cama, plato de ducha y lavabo, pero con el paso del tiempo y la llegada del vandalismo desaparecieron las tuberías, así que lleva años viviendo sin agua ni luz. Reconoce que la ruina adyacente, donde se encuentra el grupo que se dedica a traficar, es conflictivo: “Aquí vienen a fumar y a pincharse. El otro día falté en casa y entraron y montaron un follón de cojones. Desvalijaron y tiraron todo el caseto. Cogieron la botella que tenía guardada, se pusieron a beber y se pelearon entre ellos, y pegaron una paliza unos con los otros y a la mujer”.
El miércoles ya se derribó otra chabola. “Tuvimos una reunión con los responsables de Urbanismo recientemente, y nos contaron que habían transmitido a los dueños la necesidad de derribar las casas” explicó el presidente de la asociación de vecinos O Castrillón-Urbanización Soto “IAR”, Ramiro Otero, que se mostró contento de que, después de años de espera, por fin se actúe.
Una vez las casas hayan sido demolidas y se desescombre y desbroce el terreno, “desde luego, eso va a cambiar mucho y se va a evitar este foco de narcotráfico que iba creciendo”, comentó Otero, que reconoció que el proceso es lento y que, por el momento, todavía no ha afectado a la casa principal, donde se ubican la mayoría de los toxicómanos que causan problemas. “Es un proceso lento porque hay uralita y hay que seguir un tratamiento”.