Detectan una ola de robos de móviles en la avenida de Finisterre de A Coruña

Detectan una ola de robos de móviles en la avenida de Finisterre de A Coruña
La avenida de Finisterre, en el tramo que discurre entre la ronda de Outeiro y la ronda de Nelle | Patricia G. Fraga

En la madrugada del domingo al lunes se registró un nuevo atraco en la calle Barcelona, en su esquina con la avenida de Finisterre: un hombre de unos 40 años de edad fue asaltado por tres jóvenes, que lo tiraron al suelo y le robaron el móvil antes de darse a la fuga, según confirman testigos presenciales. No se trata de un caso aislado. De hecho, en los últimos meses, la avenida de Finisterre, en el tramo entre la ronda de Outeiro y la de Nelle, se ha convertido en el epicentro de una ola de robos, afirman fuentes de la Policía Nacional. 
 

Los atracos que tienen como objetivo hacerse con el móvil de la víctima se están convirtiendo en un delito relativamente común. Estos robos con violencia tienen lugar a menudo en las calles del barrio del Agra do Orzán, y ya se han dado varios casos en la avenida de Finisterre, según apuntan las mismas fuentes. 
 

Los ladrones suelen ser jóvenes inmigrantes irregulares, normalmente de origen norteafricano, que acostumbran a merodear por la zona. Muchos se alojan en el número 120 de la ronda de Nelle, un edificio totalmente okupado que se ha convertido desde hace años en un foco de conflictividad. De hecho, en septiembre del año pasado los vecinos organizaron una concentración frente a sus puertas, lo que obligó a cortar parcialmente el tráfico.  
 

Liberados y revendidos 

Las autoridades sospechan que los móviles robados se liberan para su posterior reventa, probablemente en el extranjero. Son docenas de teléfonos los que han desaparecido en las últimas semanas, y muchas de las víctimas son ciudadanos de la tercera edad, a las que resulta fácil intimidar o derribar de un empujón para arrebatarle sus pertenencias. 

 

En febrero, la Policía Nacional detuvo a dos de estos jóvenes  como sospechosos de dos atracos. El primero en la calle de Monasterio de Caaveiro, cuando una mujer que caminaba sola recibió un empujón por la espalda antes de que le arrebatasen el bolso. El mismo individuo, acompañado por otro, actuó de nuevo en la avenida de Buenos Aires y se llevaron un móvil tras poner un cuchillo en el cuello. Sin embargo, es raro que empleen armas. Confían en la sorpresa y la superioridad numérica para hacerse con su botín.
 

Calle Barcelona 

También se mueven por toda la calle Barcelona, donde se registran a menudo estos atracos. La Policía considera que son más agresivos que la delincuencia que hasta ahora era común (y que no ha desaparecido), que consiste en toxicómanos que se dedican al robo al descuido en establecimientos, o en todo caso, robo con fuerza en coches estacionados o en tiendas cerradas. Estos individuos son los responsables de la mayor parte de los pequeños delitos de la ciudad. 


A este perfil, muy conocido, se ha unido el de los jóvenes inmigrantes irregulares que comenzaron a hacer sentir su presencia en la ciudad en 2019. Primero en A Falperra, luego en Os Mallos y finalmente, se han instalado en Agra do Orzán. “Son distintos a los autóctonos –explica un policía– no solo porque son más violentos, sino porque también son más territoriales, no se mueven de una zona”. A estas alturas, las autoridades los conocen de sobra. Entidades que trabajan con ellos, como el Comité Antisida de A Coruña (Casco), advierten de que se trata de un colectivo muy precario y con escasas salidas.
 

Identificaciones 

Por el momento, la Policía Nacional no ha llevado a cabo una verdadera redada en el 120 de la ronda de Nelle, aunque acude al inmueble a menudo para realizar identificaciones o en respuesta a llamadas que alertaban de peleas o discusiones. La última vez, el miércoles de la semana pasada. Hay que tener en cuenta que se trata legalmente de un domicilio privado, aunque vivan allí de forma ilegal. 
 

En los últimos años, además, ha ido cambiando el perfil del okupa de ese inmueble. Si antes había personas de diferente nacionalidad y algún progenitor con sus menores, ahora son fundamentalmente jóvenes norteafricanos. “Ya no quedan familias allí”, señala la Policía. 

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