Resistió la duna de Riazor y el Orzán el desafío que le planteó un mar picado y que en su momento más virulento alcanzó olas de nueve metros de altura. Si bien las aguas del Atlántico lograron superar la barrera humana establecida por los servicios de emergencia éstos cumplieron su cometido y evitaron incidencias entre viandantes o conductores.
Protección Civil precintó parte del acceso peatonal durante la esperada pleamar, prevista para las 16.12 horas. Eso no evitó que decenas de curiosos esperasen el momento como si de la llegada de The Rolling Stones se tratase. Móvil en mano y hasta donde el precinto lo dejaba, todos ellos sin excepción comprobaron el fenómeno a través de la pantalla de sus móviles.
Hubo un grito de exclamación cuando, tímidamente, los restos de las que habían sido olas gigantescas lograron remontar la arena y posarse a la vera del Paseo Marítimo, como el gigante que cae rendido a los pies de Hércules.