La duna de Riazor cumple 25 años protegiendo el Paseo de las mareas

El obstáculo de arena se pensó como una medida provisional contra los temporales pero ya se ha convertido en algo rutinario
La duna de Riazor cumple 25 años protegiendo el Paseo de las mareas
La duna de Riazor, durante la alerta naranja de ayer, en la que no se registró ningún incidente | patricia g. fraga

En su día, la ciudad contaba con una muralla que le protegía de los enemigos y que atravesaba el istmo desde la Coraza. A día de hoy, sigue levantándose allí una fortificación, aunque de otro tipo: la duna de Riazor, que protege las calles de los temporales como el que se vive estos días. Los coruñeses se han acostumbrado a su visión durante varios meses al año desde que se levantó por primera vez hace un cuarto de siglo, aniversario que se cumplió ayer. Nadie podía sospecharlo cuando se concibió como una medida provisional, de emergencia, después de que unos fuertes temporales derribaran la balaustrada de hormigón que recorría ese tramo entre Las Esclavas y La Coraza. 


La por entonces edil de Paseo Marítimo, Carmen Marón, reconocía el problema que suponían las fuertes mareas. Siempre habían invadido A Coruña en época de temporal, llegando incluso hasta la plaza de Pontevedra. Sin embargo, con la urbanización del Paseo y la construcción de un aparcamiento subterráneo, se volvía imperativo contener el oleaje. El concejal de Obras Públicas de entonces, Florencio Cardador, consideraba la duna como una medida de choque: un obstáculo de arena de 150 metros de largo. Sin embargo, la que debía ser una solución provisional se acabó imponiendo a largo plazo. 
 

Con foso 

Eso sí: con el tiempo, la duna ha ido modificándose para maximizar la protección. Se alargó hasta más de 360 metros, lo que supone remover 23.300 metros cúbicos de arena. Además, al principio se levantaba muy cerca del Paseo, de manera que  cuando las olas conseguían rebasar el obstáculo, caían directamente sobre la acera.

 

Pero hace unos seis años se estableció una mejora al desplazar la duna unos metros hacia el mar y cavar un foso detrás, de manera que el agua que superara la cresta quedara embalsada y se fuera filtrando en la arena de nuevo. Sin embargo, el foso no puede hacerse tan profundo como sería deseable, porque debajo de la arena de Riazor discurren importantes tuberías del EDAR de Bens, la planta depuradora de agua.
 

La duna tiene que rehacerse una media de tres veces al año. De lo contrario, a medida que las olas la desgastan, comienza a convertirse en una rampa por la que suben las olas en vez de convertirse en un obstáculo contra la que chocan. 
 

Hace más de un año, expertos de la empresa Aquática, radicada en Vigo, fueron contratados por el Ayuntamiento para averiguar cómo levantar un obstáculo más resistente a los embates del mar: la orientación, la altura, el tamaño de su meseta y la profundidad. Todo puede ser relevante a la hora de construir este castillo en la arena que protege a la ciudad de las olas. Pero por el momento, solo el mar la modifica.

La duna de Riazor cumple 25 años protegiendo el Paseo de las mareas

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