La eficiencia energética llega a nuevas cotas: varias torres de la ciudad acaban ya su reformas

Las comunidades afrontan gastos subvencionados por la Xunta para sacar adelante estos costosos proyectos
La eficiencia energética llega a nuevas cotas: varias torres de la ciudad acaban ya su reformas
Torres de San Diego / Javier Alborés

Cualquier transeúnte puede haber reparado en que algunos de los gigantes coruñeses, esas torres que se han convertido en hitos de la ciudad, están de reformas: rodeados de andamios que sostienen esas fachadas de miles de metros cuadrados que han soportado durante décadas los embates del viento y la lluvia. No se trata de un mero ‘lifting’, sino de una verdadera reforma: se están sometiendo a mejoras de eficiencia energética. 


Hay que tener en cuenta que la época dorada de las torres en la ciudad fueron los años sesenta y setenta del siglo pasado. Fue entonces cuando se construyeron la mayoría: las torres Hercón, Trébol, Galicia, Dorada, Efisa, Golpe, Esmeralda, Coruña, el edificio Torres y Sáez o el Hotel Riazor. En esa época, no se hablaba de aislamiento y de eficiencia energética, así que los residentes de estos edificios tenían que soportar el frío que se colaba por los ventanales y la humedad.


Las sucesivas reformas se centraban sobre todo en el interior, pero costaba decidirse a afrontar un coste tan alto, que puede variar mucho. Hay que tener en cuenta que en Torre Coruña, de veinte plantas, solo son cuarenta vecinos, mientras que en el edificio principal de las Torres de San Diego son 129, con una altura similar. Pero de cualquier manera, hace falta planificación. Las comunidades comenzaron a pasar las derramas para la obra hace diez años, en previsión del gasto millonario. Por ejemplo, en el caso de la Torre Efisa, el gasto es de 8,3 millones de euros. 


En ocasiones, las comunidades se pusieron de acuerdo sin mayor problema. En otras, no. Roi Colomer recuerda que hubo muchas discusiones sobre todo por el tema de las ventanas, dado que algunos vecinos las habían cambiado por cuenta (aunque se consideren un elemento común) y había que cambiarlas de nuevo. Sobre San Diego, Ferreiro asegura: “Nos pusimos de acuerdo bastante fácil”. Claro que en esa comunidad tienen bajos afectados, que protestan porque los andamios les ocultan de la calle, y por la suciedad. “Yo soy propietaria de un local (la academia 13 razones ) y nunca preguntaron si nos afectaría. Pero reconozco que la obra está quedando preciosa”, dice Lorena Manceñido. 


Todos se han acogido a la subvención europea que se canalizada a través del Instituto Galego de Vivienda de Solo (IGVS) de la Xunta que reduce el gasto a la mitad. A veces se solicita por adelantado. En el caso de las comunidades más pequeñas, como la de Torre Coruña, no habrían podido permitírselo de otro modo, dado que el gasto habría sido de 45.000 euros por vivienda. Comunidades mucho mayores, como la torre principal de San Diego, habrían seguido adelante. Así lo cree Matilde Ferreiro, que señala que todavía no han recibido el dinero de la Xunta, a pesar de que ya presentaron todos los papeles en regla en enero para reclamar los pagos que habían hecho durante 2023. 


Por otro lado, están las normativas urbanísticas, que lo complican todo y condicionan el proyecto. En el caso de Torre Coruña, como una de sus fachadas da a la iglesia de San Francisco, aquello limitó el abanico de opciones de la comunidad, de manera que no pudieron escoger el diseño que habrían querido, así que tuvieron que decidirse por otro más blanco y, quizá, menos atractivo. En el caso de San Diego, como forman parte de un grupo formado por varias torres, los vecinos del edificio central se vieron obligados es escoger entre crema y tostado, los dos únicos colores que exhiben las otras torres del conjunto. “Habría sido distinto si lo hubiéramos hecho todas a la vez”, reflexiona Ferreiro. 


Dejando a un lado la proverbial lentitud de la Administración pública, todo parece marchar según los planes. Las obras avanzan a buen ritmo, gracias en parte al buen tiempo, y la mayoría se concluirá en el primer trimestre del año próximo. Los vecinos que se encuentran en las zonas terminadas ya notan los beneficios. “Uno me ha dicho que está a 18 grados, y eso que desde septiembre a marzo tenía que estar con la estufa puesta”, explica Colomer. Es algo en lo que Ferreiro coincide: “Lo notan mucho los de la parte norte, que es la más fría”. Todavía quedan un par de meses de soportar molestias, pero los residentes podrán pronto disfrutar de altas cotas de eficiencia energética. 

 

El edificio principal de las Torres de San Diego muestra una nueva cara

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Torres de San Diego / Javier Alborés

La comunidad destaca la excelente construcción de este edificio de 63 metros de principios de los 80, cuyos cimientos fueron pensados para sostener 33 pisos en vez de los 22 actuales. Sin embargo, la construcción del parque Europa dañó su fachada, porque fue necesario allanar el terreno con barrenos, y la vibración de las explosiones abrió grietas que ahora se reparan. La comunidad se muestra muy satisfecha con la dirección de obra, de la arquitecta Beatriz Arcay.

 

La Torre Coruña sufre la influencia de la iglesia de San Francisco

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Torre Coruña / Quintana

El proyecto de eficiencia energética de este inmueble emblemático, la décima torre más alta de la ciudad (66 metros), se ha visto influenciado por la presencia de la iglesia de San Francisco, hacia donde da una de sus caras. Por eso no pudieron escoger el que les habría gustado, de todos los que presentaron al concurso que habían convocado. Aun así, se muestran satisfechos.

 

Efisa afronta una de las rehabilitaciones más costosas

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Torre Efisa / Quintana

Con sus 75 metros, la Torre Efisa es la sexta más alta de la ciudad y su gran volumen domina la plaza de Cuatro Caminos. Además del aislamiento térmico envolvente, la obra incluye generación térmica híbrida y autoconsumo compartido, con vidrios fotovoltaicos en las fachadas. Este hecho y el que afecta a varios edificios del conjunto, la convierte en una de las reformas más caras, con 8,3 millones de euros.

 

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