Las estafas y otros ciberdelitos crecen en el área mientras se reducen en el entorno urbano

Grupos organizados y delincuentes ocasionales se mezclan en las investigaciones de las autoridades
Las estafas y otros ciberdelitos crecen en el área mientras se reducen en el entorno urbano
Un agente del Equipo de Delitos Tecnológicos, en la Comandancia de Lonzas | Javier Alborés

La semana pasada se conocieron dos casos notables de estafas informáticas cuyos responsables fueron descubiertos y detenidos por el Equipo de Delitos Tecnológicos (Edite) de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Comandancia de la Guardia Civil: en uno, los responsables eran un grupo criminal especializado en estafas mediante SMS. En el otro, un grupo de estudiantes de Arteixo que robaron los datos de la tarjeta de crédito de una compañera. Son casos muy diferentes, pero demuestran que los delitos informáticos están muy en boga y que no se necesita ser un experto en informática para cometerlos.


Según las últimas estadísticas del Ministerio de Interior, se cometieron 2.525 ciberdelitos entre enero y septiembre del año pasado, en los cuatro municipios del área metropolitana de los que se publican los datos: A Coruña, Cambre, Arteixo y Culleredo. Es decir, aquellos que tienen más de 20.000 habitantes. La cifra es bastante menor que la del mismo período de 2022, cuando se denunciaron 2.857. Es decir, un 13%. 
 

Pero lo curioso es que ese descenso se concentra en A Coruña, donde cayó un 25%. En efecto: en el resto de los municipios, sin excepción, durante los primeros nueve meses de 2023 crecieron las denuncias de este tipo de delitos, en mayor o menor grado, desde el 3,8% de Oleiros al 52,8% de Cambre. Hay que matizar que, al tratarse de cifras relativamente bajas, estos porcentajes pueden ser engañosos. Por ejemplo, en este último municipio se pasó de 106 a 162.


Con mucho, los delitos más denunciados son las ciberestafas. Otros delitos informáticos, como el acoso en las redes sociales, presentan cifras mucho menores. En determinadas épocas del años, como en el Black Friday, cuando las ventas online se disparan, esta clase de delitos también aumentan mucho, por eso las autoridades emiten periódicamente avisos a la población, que a menudo caen en saco roto. 
 

Cargos sospechosos  

Uno de los motivos más habituales para comenzar una investigación es la denuncia por sospechosos cargos en las cuentas bancarias como ocurrió en el caso Garte, en el que se sustrajeron 6.177 euros de la cuenta de una mujer de Arteixo. La víctima, había descubierto unos cargos no autorizados en su cuenta por un total de 6.117 euros, así que acudió al Cuartel de la Guardia Civil de su municipio. 
 

Para el equipo de Estafas Telemáticas, resultó muy sencillo descubrir a los responsables. No eran más que un puñado de escolares que se habían hecho con la tarjeta de la hija de al víctima, aprovechando un descuido. Un par de fotografías habían bastado para obtener todos los datos necesarios para realizar pagos por internet. No solo participó en la presunta estafa los niños, sino que el  adolescente que se supone el principal autor le facilitó los datos a su propia madre, que pagó deudas e hizo compras online. 
 

Otra modalidad de estafa, muy practicada por delincuentes comunes, la sufren los compradores que acuden a sitios de internet de venta de segunda mano, cuando no reciben el artículo que habían adquirido. Solo los profesionales pueden realizar estafas más organizadas como la que desarticuló la operación Wachsam, en la que se investigó a tres sospechosos ubicados en Barcelona tras una denuncia en Betanzos. 


En este caso, habían enviado  más de un millón de SMS con el teléfono de una empresa de A Coruña: “Estimado cliente, tiene un paquete pendiente de envío, confirme el pago en aduanas de X euros para recibirlo”. Así se hicieron con 52.000 euros

Las estafas y otros ciberdelitos crecen en el área mientras se reducen en el entorno urbano

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