El Instituto Oceanográfico de A Coruña, al pie del dique de abrigo, quizá no sea uno de los edificios más representativos de A Coruña, pese a su peculiar tejado puntiagudo: un representante del brutalismo, ese estilo arquitectónico a base de hormigón desnudo que predominó en los 60. Como es un edificio protegido, el estilo se conservará en la rehabilitación que piensa llevar a cabo el Gobierno central y a la que destinará cuatro millones de euros. 

Así se lo ha asegurado al portavoz en el Congreso del BNG, Néstor Rego, en respuesta a una pregunta suya. En ella se aseguraba que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (órgano en el que está integrado el Instituto Español de Oceanografía) está analizando el estado de los nueve inmuebles que tiene repartidos por toda la geografía peninsular. Todos se parecen bastante, porque se trata de un edificio-tipo repetido con lugares variantes, que tienen como objetivo ser tanto laboratorio como museo y acuario.  

En el caso de A Coruña, esta mejora ya figuró en los Presupuestos Generales del Estado del año 2020, en los que se avanzaba dotación presupuestaria para 2022 y 2023. No se llevó a cabo, pero ahora la novedad es que el proyecto de rehabilitación ya se está redactando, noticia que ha sido recibida con alegría por los cerca de 60 investigadores que trabajan en las instalaciones y por la directora del centro, Luz García. 

“La investigación que realizamos aquí es sobre el medio marino, los recursos y el ecosistema”, explicó. Aunque existen tres áreas de investigación principales: medio marino, pesca y acuicultura, en la sede coruñesa del IEO se centran en las dos primeras. “No solo hacemos investigación básica también ofrecemos asesoramiento al Gobierno sobre política pesquera, estrategias marinas...”, aclara la directora, que lleva más de dos años ocupando el cargo. 

Como inicialmente fue pensado para funcionar en parte como centro de investigación y en parte como museo, la distribución del Oceanográfico, que cuentan con dos pisos y un garaje, destaca por un gran vestíbulo y un espacio diáfano muy amplio en el centro. “Llegó a tener una cascada interior”, recuerda García. También albergaba tanques de acuicultura, pero con el tiempo la situación ha ido cambiando, la investigación se ha dirigido a otras áreas. “Ahora no es lo más operativo. Tenemos laboratorios de plancton, de microbiología,  y somos muchos más”, añade. 

Por otro lado, las normativas actuales exigen que el viejo edificio sea más eficiente energéticamente y más accesible. Cada año, por el 8 de junio, abre sus puertas al público con motivo del Día de los Océanos, y para eso si les ayuda tener un buen vestíbulo pero aunque su trabajo tiene un componente divulgativo, se centra en la divulgación. “Nuestro trabajo es a puerta cerrada”, concluye la directora, que reitera su satisfacción por la obra proyectada.