La buena marcha del Coliseo, entre los 15 recintos de toda España que más dinero recaudaba en aquel entonces, y la petición de los vecinos de O Ventorrillo de desmantelar el poblado de Penamoa eran dos de las noticias principales que incluía el periódico del 6 de septiembre de 1999. En 1974, la noticia era para las casetas de Riazor, que se desmontaban para ser trasladadas a un almacén en una imagen que anunciaba el final del verano. En 1949, el protagonista era, sin duda, el rey de Jordania, que llegaba a A Coruña en una visita histórica a España y a la que el diario daba una gran cobertura a lo largo de sus doce páginas. Hace cien años, el 6 de septiembre de 1924, era noticia un robo en un café de la calle Real, donde alguien forzó la caja fuerte.
El dinero que dejaron en taquilla los espectadores de los conciertos del Coliseo ha servido para colocar al recinto entre los quince locales de España que más recaudaron en 1998. Como es lógico, en los primeros puestos de la lista se encuentran los lugares donde se celebraron los grandes recitales: Montjuich, Sant Jordi, el Palacio de los Deportes de Madrid y Balaídos, donde la afluencia de público respondió a la presencia en el escenario de grupos mundialmente conocidos como los Rolling Stones.
El periódico de 1999 contaba también la exigencia de los vecinos del Ventorrillo de que se desmantele el poblado de Penamoa. Comenzaban los contactos con las autoridades para exponer sus reivindicaciones sobre la seguridad y el deseado desmantelamiento del poblado, convertido en uno de los más importantes puntos de venta de droga en la ciudad. La vieja denuncia de la asociación presidida por Jesús Esmorís se inició a raíz de una cadena de robos en chalés de A Silva y continuada por la agresión sufrida por un taxista.
Tumbadas, como si se tratase de la presencia de ataúdes o equipaje de un verano que se va para otras tierras, las casetas de la playa de Riazor aguardan su traslado al almacén. Con ellas se va oficialmente la “época de baños”. Aunque lamentada, su despedida trae, sin embargo, a los coruñeses el paradójico consuelo del fin de una sequía que ya comenzaba a hacerse exasperante.
Informaba también El Ideal Gallego de hace hoy cincuenta años del primer año de la puesta en servicio de la base de salvamento de la Cruz Roja Española y de los elementos que integran sus posibilidades de actuación, en las que destaca por su capacidad de intervención la embarcación “Blanca Quiroga”, el subsecretario de la Marina Mercante y presidente Nacional de la Cruz Roja del Mar, el vicealmirante don Enrique Amador Franco. Asistieron el presidente de la Asamblea Provincial don Raimundo Riestra del Moral, el delegado de la Cruz Roja del Mar, don Francisco Dotras Lamberti, además de otros componentes de esta junta provincial.
La Coruña amaneció profusamente engalanada para recibir dignamente al Rey Abdullah I de Jordania y desde las primeras horas vivió una jornada de fiesta. Tras la llegada de Franco, a las cinco de la tarde, tocaron tierra las embarcaciones que conducían a los miembros de la corte del rey Abdullah, mientras una nube de pañuelos saludaba cordialmente y las baterías del “Miguel de Cervantes” hacían las salvas de rigor. El rey se apoyó en el señor Martín Artajo para alcanzar la escalera y subió rápidamente al muelle. Tras los saludos, el monarca manifestó su agradecimiento al pueblo español su recibimiento desde el balcón del palacio municipal, asomado a la plaza de María Pita. A continuación, hubo un desfile y pasaron revista, con la interpretación de los respectivos himnos, antes de que el rey regresase, en coche descubierto, al Hotel Embajador, donde se aloja.
Un encargado del Café Oriental, establecido en la calle Real, número 87, en la planta baja del Palace Hotel, Andrés Sánchez Bermúdez, denunció en la Comisaría de policía que a la una de la madrugada cerró y entregó la llave, como es costumbre, al sereno de comercio José Antonio Rocríguez. El encargado del turno de día, Bernardo Mallo, notó que el cajón estaba abierto y que faltaban las 1.025 pesetas. El inspector de policía Ricardo López, con los agentes Doroteo Panero y Virgilio García efectuaron una inspección ocular y dedujeron que el cajón debieron abrirlo con una llave falsa o ganzúa y que en los azulejos del retrete se notaban evidentes huellas de haberse descolgado por el montante una persona que calzaba botas con suela de goma o alpargatas. Las detenciones dieron un resultado negativo pero siguen practicando gestiones para esclarecer el hecho.