Los helados se convierten en el antojo de última hora de las fiestas

Los helados se convierten en el antojo de última hora de las fiestas
Helados La Ibi, en La Marina, vive colas a diario al caer el sol | Patricia G. Fraga

Fue un pueblo con mar, una noche y después de un concierto. Si la leyenda de la letra de Joaquín Sabina, con permiso de Los Secretos, remite a la leyenda de una juerga coruñesa, una versión más moderna acabaría con el cantautor comprando un helado en La Marina. Y es que parece haberse convertido en el hábito del verano acudir a María Pita o una ubicación del Noroeste y, tras la descarga de turno, intentar hacerse con un helado. Intentar porque la cola en cualquiera de los locales pone a prueba la paciencia del más paciente.


La estampa más habitual de Helados La Ibi al caer el sol no es la del cierre del local, como tradicionalmente sucedía con los establecimientos de ese estilo. La espera por un helado, granizado o batido hace languidecer a la del servicio nocturno de buses, solamente unos metros más adelante. Diego Fernández, uno de los empleados, lo tiene muy claro. “Se ha terminado el mito de que los helados son para el sol”, advierte. “Si el ocio nocturno mueve a la gente por una copa, nosotros lo hacemos un helado”, prosigue el joven, que a veces ha tenido que atender prácticamente hasta la foto finish. “Sigue viniendo gente hasta que cerramos la puerta, y no hay problema en atenderles”, añade Fernández. En los últimos servicios, el establecimiento ha rondado las 300 unidades despachadas, solamente en helados. Eso sí, aseguran los responsables que hasta la fecha nunca se agotado ningún sabor.

 


Negocio doble en Puerta Real


Con dos establecimientos, la Heladería Puerta Real se frota las manos. Apenas distan unos centenares de metros entre su local de la calle de Bailén y el de la calle de Santiago, aunque ésta tiene un volumen de trabajo superior a última hora.


Jenni Refojos, la encargada, no da crédito a lo vivido desde el comienzo de las fiestas. “A las dos de la mañana tenemos gente comprando helados, parece mentira en Galicia”, dice. “La gente se está habituando cada vez más a consumir por la noche”, añade.


Hace tiempo que el helado dejó de ser cosa del verano, como demuestra el hecho de que tanto La Ibi como Heladería Real mantienen abiertas sus puertas incluso por Navidad. Eso sí, con un horario mucho más reducido.


La vida de la histórica Heladería Italiana finalizó el pasado mes de marzo. Activa desde 1950, durante 72 años fue una especie de capital del helado coruñés. Sin embargo, Bico de Xeado se ha encargado de resucitar el local comercial con Bo&Go, una propuesta que va más allá del concepto tradicional y que se acerca mucho más al brunch británico. Muchos, durante la cola previa al capricho de noche, aún recuerdan anécdotas y su sabor favorito de uno de esos sitios que permanecerá durante años en el recuerdo. 

Los helados se convierten en el antojo de última hora de las fiestas

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