Fueron pareja en lo personal y en lo profesional. Él, Alberto, de Miño. Ella, Pilar, de A Coruña. De ellos se habló ayer en la vigésimo primera edición de los premios del Colexio de Arquitectos de Galicia (COAG). A Alberto Noguerol (Miño, 1943-A Coruña, 2024) se le otorgó a título póstumo el ‘Premio Especial a toda a Traxectoria Profesional’. Lo recogió la hija de ambos, Bárbara, en presencia de la propia Pilar Díez, cuya colegiación honorífica ha sido aprobada por la junta directiva del COAG (cuyo decano es Luciano Alfaya) y se someterá a votación en la asamblea del próximo mes. De prosperar, se convertiría en la primera mujer colegiada honorífica del COAG, y la tercera en total (tras Isaac Díaz Pardo y Moncho Borrajo).
Hay desconocimiento en torno a la obra de este binomio, que Díez admite en conversación con El Ideal Gallego: “Siempre vivimos muy aparte”, reconoce la coruñesa, licenciada en Bellas Artes. “Ellos no estuvieron nunca en círculos de opinión ni de amiguismo. La independencia te lleva a no estar en el foco”, media Alfredo Sellier, presente durante la entrevista, y que colaboró con la pareja en la dirección de obra de la reforma del aeropuerto Rosalía de Castro (antes Lavacolla).
Alberto y Pilar empezaron a trabajar juntos en 1980. Tras casarse, vivieron primero en Cataluña y, a partir de 1986, en A Coruña (plaza de María Pita, torres de San Diego, Alfredo Vicenti y Fernández Latorre) y A Laracha. Sus casas fueron a la vez vivienda y estudio. ¿Cómo trabajaban? “De una manera peculiar. Porque a veces a las tres de la mañana se te ocurría algo… Es lo que tiene que tu casa sea también tu lugar de trabajo, que es algo bonito”, responde Díez. ¿Y el método? “Todo parte de la pregunta: ‘¿qué quiero hacer ahí?’ Y se establece un diálogo entre lo que hay ahí y lo que queríamos hacer. A veces estábamos de acuerdo… y otras veces no”.
Rechaza que su trabajo se reduzca a una etiqueta. “No era ni gallega ni catalana, era una arquitectura libre, sin límites, arquitectura en el mundo. No la adhiero a un estilo concreto. Estás tú y tu manera de pensar y de hacer lo que tienes que hacer”. “Cuando tienes una idea, no está sujeta a nada. Y lo importante es no pierdas esa idea cuando la materializas. No traicionarla, que es lo que hace mucha gente, que la empieza a adornar con lo que está de moda. Eso, no. Nunca”, se extiende.
Seguramente, sus obras de mayor repercusión se realizaron en Santiago, como el Palacio de Congresos (donde ayer se celebró la gala del COAG), la Facultad de Filología o el aeropuerto de Lavacolla. Pero las que hicieron en la ciudad herculina y su área merecen una reivindicación.
El hoy en desuso Club Universitario de A Coruña, en el muelle de As Ánimas, es uno de esos proyectos. “El edificio original era de un ingeniero. Muy primario, muy basto, no quiere decir que sea malo. Hicimos una primera remodelación hace tiempo. Y nos volvieron a contratar para la remodelación actual. No sé cómo estará. Había un problema de cimientos. Había cuevas. El mar socavó los sótanos. La construcción de la torre de control y los rellenos que hicieron alteraron el discurrir del agua. Tenía unas exigencias que cumplir, y las cumplimos de la manera más elegante y limpia”.
Hay tres centros de salud. El de Os Mallos: “Todo el terreno eran plantaciones. Había una diversidad de huertas, y árboles muy interesantes. ¿Qué hicimos? Englobar esas huertas. Se entra por atrás, por una calle de tráfico tremendo”. El de Elviña: “Es mi centro de salud. Tiene un patio interior ajardinado y dentro estás como en otra atmósfera, al margen de los edificios que lo rodean. Crea un ecosistema interior”. Y el de Oleiros: “Estuvo supeditado por una entrada que se hizo al edificio desde la calle superior. Lo vital fue hacer la entrada al centro desde la cota más alta, lo que no se le habría ocurrido a nadie”. También firmaron un colegio en O Temple, que es la obra que menos satisface a Díez de todas las realizadas en la ciudad y su área metropolitana: “Tuvimos muchas discusiones. Está en un entorno difícil, descuidado. Se hizo lo que se pudo. No quedé contenta con lo que se hizo”.
Algunos de estos edificios, en especial el de Elviña, están deteriorados. “Hay una cosa tremenda que le pasa a la arquitectura. Y es que los políticos no tienen en cuenta el mantenimiento. Como no tienen mantenimiento, se arruinan”, lamenta la coruñesa, que finaliza su discurso con una reivindicación de la obra conjunta del dúo profesional que formó con Noguerol. “Nunca hemos hecho una obra que se beneficie de la anterior. Cada obra es una oportunidad nueva, tiene su propia identidad. No viven de la anterior, como hacen la mayoría de los arquitectos. La gente lleva un lastre de la obra anterior y sale obra muerta”.
UN PREMIO PARA EL DISEÑO INTERIOR DE LA TIENDA MIXING |
En la gala de entrega de los premios del COAG, el galardón de diseño interior se lo llevó la tienda Mixing, en Juana de Vega (Carlos Luis Quintáns Eiras). Las otras obras realizadas en A Coruña que estaban nominadas se quedaron en blanco: la reforma del segundo piso de la Autoridad Portuaria (Roberto Costas Pérez y Óscar Pedrós Fernández) y el diseño expositivo de una muestra sobre Ramón Vázquez Molezún celebrada en María Pita (Patricia Sabín Díaz y Enrique Manuel Blanco, Lorenzo), que competía en la categoría de arquitectura efímera y diseño de pequeña escala. |