El museo de Belas Artes abrió sus puertas a una muestra de lo que fue, es y pudo ser nuestra tierra a través del trabajo de los 23 arquitectos que fueron, o son, académicos de la Real Academia Galega de Belas Artes (Ragba). Se trata de ‘Arquitecturas que falan do seu tempo’, que se podrá ver en el museo de Belas Artes hasta el 23 de febrero.
Esta muestra “nace aprovechando la efeméride de los 175 años de la Academia”, apunta Alfredo Sellier, comisario de la muestra junto a Xosé Manuel Casabella. Lo que buscaban “es dar un vistazo, relativamente exhaustivo, una aproximación bastante profunda” sobre la arquitectura en nuestra tierra y cómo esta ha ido evolucionando con el tiempo, transformando la imagen de las ciudades gallegas.
Pero Sellier advierte de que no es una muestra “orientada solo a arquitectos, sino al público en general”, proponiendo una forma “visualmente atractiva para cualquiera”.
Y lo han hecho apostando por cerca de 800 imágenes y de otro centenar de objetos vinculados a los 23 arquitectos. Además, “acompañamos la exposición con obras de arte que la complementan, porque están relacionadas con alguno de los edificios o con el concepto de la muestra”, explica Sellier, que añade que “es muy amena de ver”.
Partiendo de la creación de la Ragba y su relación con el nacimiento de la escuela de Bellas Artes y con el museo homónimo, la muestra hace un recorrido por los diferentes arquitectos y sus tiempos, comenzando por Faustino Domínguez Domínguez, “uno de los fundadores de la Academia, una figura pionera como arquitecto”, asegura Sellier.
Así, con un vistazo desde mediados del siglo XIX, podremos ver “cómo se transforma la arquitectura a través de los tiempos, de ahí el título”, puntualiza el comisario, que también señala que “cada arquitecto va mostrando diferentes formas de afrontar sus edificios”. “Ellos son los que han generado la imagen urbana de las ciudades en Galicia”, añade.
Asegura que el público tiene en su retina esa imagen, pero muchas veces desconoce quién está detrás de ella. “Lo que queremos es, a todas esas imágenes, a todos esos edificios, ponerles el nombre de sus autores y que sean reconocidos”. Pero, sobre todo, le dan la misma importancia a los 23, sin que ninguno sobresalga.
El propio Sellier asegura que se sorprendió con algunos trabajos más olvidados o que no se llegaron a ejecutar y, por ello, cree que el público también “se sorprenderá”.
Entre esos proyectos que no llegaron a fructificar, Sellier destaca el diseño para el mercado de San Agustín que proyectó Antonio de Mesa.