El aparcamiento es uno de los problemas más espinosos que afronta un Ayuntamiento que pretende peatonalizar las calles siguiendo la tendencia general de impulsar métodos de desplazamiento más “sostenibles”. Todos los gobiernos locales coruñeses, sin importar su color político, han seguido esta tendencia, pero la pandemia aceleró las cosas a pesar de la resistencia de los vecinos que encuentran cada vez más difícil aparcar su coche en la calle. Ayer, la alcaldesa, Inés Rey, expresó claramente su opinión al respecto: “Si se compra una vaca, será porque tiene un establo”.
Es decir, que la alcaldesa sugiere que todos los coruñeses con vehículo deberían tener también una plaza de aparcamiento en propiedad o de alquiler. Normalmente, los políticos no son tan directos a la hora de expresar su opinión, pero la alcaldesa se hallaba en San Sebastián, participando en el foro “Atlantic Cities”, en el que se reúnen alcaldes de municipios de países como Irlanda, Reino Unido, Francia, España o Portugal. Rodeada de sus pares, Rey se sintió libre para poder decir lo que pensaba cuando se enfrentaba a los detractores.
“De las pocas cosas buenas que nos trajo la pandemia es que aceleró transformaciones urbanas que nos habrían llevado muchísimo tiempo” comentó Rey durante una mesa redonda, en la que recordó que durante las restricciones de movilidad era necesario ofrecer seguridad a la población garantizando la distancia social, así que decidieron peatonalizar, “sabiendo que el espacio que le quitábamos a los vehículos no iba a volver, iba a ser ya para nosotros”. Es decir, que medidas como la ampliación de las terrazas con espacio ganado a plazas de aparcamiento, que en un principio se habían anunciado como provisionales y luego se han prolongado indefinidamente, podían no haber sido nunca temporales.
En cuanto a las quejas de los residentes, Rey considera que “a veces, sobredimensionamos el concepto social”. Es decir que “quien protesta hace muchísimo ruido”, pero existe una “mayoría mucho más silenciosa que está de acuerdo, pero que no emite su aprobación con la misma intensidad que se emite la desaprobación, y entonces corremos el riesgo de creer que el resto piensan lo mismo que estos 300”. En ese momento, se toman decisiones que resultan negativas para los conductores en beneficio de los peatones. “Yo no vengo a prohibir el vehículo privado, yo tengo un coche y lo utilizo cuando lo necesito, pero no existe el derecho a tener un coche y no existe tampoco el derecho a aparcar”, recalcó.
Durante la mesa redonda, Rey escenificó una conversación entre ella y un detractor “‘¡Es que usted quita plazas de aparcamiento!”, diría el vecino, a lo que la alcaldesa replica con la frase que alude a la cornúpeta: “Pero ¿Dónde está escrito que usted tenga derecho a una plaza de aparcamiento? Usted se compra un coche y es su problema. No es el mío, ni es el de la ciudad. Hay aparcamiento subterráneos, párkings, garajes... Si se compra una vaca, será porque tiene un establo”. Esta ocurrencia, por cierto, fue muy celebrada por los otros alcaldes de la mesa.
Aquello incitó a Rey a exprimir al máximo su analogía ganadera. “Aunque yo tenga una vaca, no tengo derecho a tener mi vaca en la calle para que coma allí”, insistió. En ese momento, en el diálogo imaginario que mantenía la regidora, apareció una señora: “¡Es que yo tengo una vaca!”. A lo que Rey replicaba: “Bueno, señora, si usted se compró una vaca, usted sabrá donde guardarla”.
Aquel argumento pareció desarmar a la metafórica señora, y Rey pasó a explicar que se está dando un cambio de mentalidad en el público joven y continuó señalando que, en un urbanismo pensado en vertical, los jóvenes desean ser propietarios de un vehículo “con la misma intensidad con la que desean una vaca: ninguna”.
Según ella, es porque la concienciación sobre el entorno es mucho mayor. “Hay menos resistencia. Yo creo que apoyándolas en ellos, lo conseguiremos”. La alcaldesa no aclaró la presunta aversión de los jóvenes al ganado vacuno que, por cierto se duplicó en la última década en A Coruña, pasando de 18 a 36, y que también reclama su espacio.