Leonardo Méndez (Caracas, 1975) ha conseguido hacer realidad uno de sus sueños, con solamente siete meses al frente de la asociación vecinal de la Ciudad Vieja. Aquellas fiestas del Rosario de antaño que tantas anécdotas generaron y tan a menudo se hacían recurrentes entre las anécdotas vecinales vuelven convertidas en un producto salido de la colaboración entre su agrupación y el Ayuntamiento.
Esta tarde darán inicio unos festejos para recordar, con la lectura del pregón a cargo de Luis Pousa y las actuaciones de Amizades y Os do fondo da barra. Se prolongarán hasta el domingo.
Le han bastado unos meses para recuperar una de las grandes tradiciones del barrio...
Uno de nuestros objetivos era darle a la asociación el impulso necesario para recuperar el sentimiento de barrio y las tradiciones que se habían quedado congeladas. No venían celebrándose y ahora es una satisfacción temporal, con un esfuerzo importante de toda la junta directiva y muchos vecinos.
¿Qué diferencia hay entre lo planteado en un inicio y el producto final?
Hemos coorganizado con el Ayuntamiento. Se hizo todo de forma muy apurada, pero quienes hemos hecho de comisión de fiestas hemos sido nosotros. Encontramos muchísimas facilidades y la gente de cultura se dejó la piel para que salieran estas fiestas, que son de toda la ciudad.
¿Algún evento al que le tenga especiales ganas?
Destacar un solo evento sería un poco decantarse por algo. Me queda la espina de que queríamos tener un par de escenarios o lugares donde desarrollar las fiestas, pero por cuestiones de presupuesto no ha podido ser. Son tan completas que hay que aprovechar del primer día al último. Te guste lo que te guste tienes opciones para todo, desde cánticos tradicionales a Los Enemigos en O Parrote. Si eso lo aderezas con Sito Sedes o las actuaciones infantiles te queda un conjunto intergeneracional.
¿Cómo era esa tradición oral sobre la que hacía tanto hincapié?
Es algo que se le había quitado a la Ciudad Vieja y A Coruña. Ambos se vuelven a encontrar con su origen en el salón de estar de todos los coruñeses. No solamente queda la Ciudad Vieja para esa visita que se pueda dar en la tan comentada Feira das Marabillas. Se puede disfrutar del barrio, que cada vez está más impresionante. No debemos dejar escapar la oportunidad de darnos un paseo por un casco histórico que parecía parado en el tiempo y que recupera tradiciones antiguas.
¿Es un barrio todavía por descubrir?
No sé si falta por conocerla, pero de un tiempo a aquí se ha notado una afluencia de gente paseando por las calles y poniendo el valor de todo el patrimonio de un área que te lleva a otro momento en el tiempo. Te permite salir de la rutina diaria de una ciudad, con todo lo que ello conlleva.
¿Ustedes también tienen sentimiento de barrio?
Tenemos sentido de pueblo y de barrio. Los vecinos nos conocemos por el nombre. No damos dos pasos sin encontrar una cara amiga o conocida. Hasta te conocen por ser el hijo de tal o el padre de fulanito. Ese sentimiento de barrio es de la gente mayor, como Pilar, de la calle de Cortaduría, a la que todo el mundo va a saludar.
Han hecho mucha incidencia en diferenciarse de la Feria Medieval y del concepto de ocio que ésta ofrece...
Tenemos un punto de controversia, formas diferentes de entender cómo se debe revitalizar la zona. Tendremos que pulirlo con el paso del tiempo, por el formato con el que se plantea. Pensamos que hay que darle una vuelta para que sea sostenible y permita la convivencia entre vecinos. No estamos en contra de la Feria Medieval, sino del formato que tiene.
¿Qué mensaje manda al resto de la ciudad?
Es claro: ir a un espacio donde pueden desconectar de su día a día, que vengan a recordar y descubrir. Crearán recuerdos que nos acompañen en la vida. Tienen que venir a disfrutar, reencontrarse gente, disfrutar con su familia en un ambiente respetuoso y sostenible. Estas fiestas son el principio y así lo verán, para que año tras año haya una fecha en el calendario para celebrar las segundas fiestas más importantes de la ciudad.