Bella, radiante y antigua como el mundo, probablemente ningún otro elemento de la naturaleza ha desatado más pasiones y misterios en el ser humano que la Luna. Este cuerpo celeste, habitual sujeto de investigación de la ciencia pero amigo a su vez de las artes al protagonizar películas, canciones y leyendas ha inspirado también las obras de aquellos enamoradizos fotógrafos que han querido captar su esencia.
Este es el caso, por ejemplo, del coruñés Eduardo Mosqueira, profesor e investigador de la UDC de profesión, que capturó con su cámara una curiosa estampa el pasado domingo: una enorme Luna llena escondiéndose detrás de uno de los símbolos –también bello, radiante y antiguo como el mundo– de la ciudad, la Torre de Hércules. Mosqueira subió a sus redes sociales y a su blog personal la imagen sobre las 23.00 horas, después de tomarla por la tarde mientras anochecía, y en un día especial, ya que este pasado fin de semana hubo una alineación de astros, valga la redundancia, que permitió observar el orbe lunar en su apogeo.
Para tomar la imagen tuvo que sortear dificultades como la Ubicación, la distancia o la luz solar
Por un lado, fue la última Luna llena del año. Por el otro, además, se produjo el fenómeno de la gran parada lunar, o ‘lunisticio’: un episodio astronómico que se da una vez cada 18 años y medio, que consiste en que el único satélite del planeta sale y se pone desde los dos extremos más alejados del norte y el sur del horizonte terrestre. Esto significa que la trayectoria visible de la luna cubre un rango mucho más amplio del cielo, un evento que solo ocurre bajo condiciones muy específicas, y que habrá esperar hasta 2043 para volver a ver.
La fotografía de esta excepcional Luna sobre la Torre, según explica Mosqueira, fue tomada desde la zona del Millennium, a aproximadamente un kilómetro y medio en línea recta del faro romano. En este caso, lo más difícil de tomar esta fotografía, comenta, es la ubicación. Un problema que solventó, además de con la experiencia de haber realizado imágenes similares en el pasado, con trucos como el uso de PhotoPills, una aplicación que “te ayuda a saber dónde te tienes que poner”.
También destaca que, en este caso, al haber una distancia larga hasta la Torre desde donde estaba, necesitó usar un teleobjetivo de 400 milímetros. También influyó la luz solar: de hecho, para lograr el resultado final, lo que hizo fue combinar tres fotografías que hizo según el sol se iba poniendo e iba iluminando u oscureciendo las diferentes partes del faro. Una de ellas tenía la Luna algo quemada, pero la Torre salía perfecta; en otra era el cuerpo celeste el que destacaba; y otra tenía características neutras; la conjunción de las tres dio lugar a la fotografía final, en la que todos los elementos están en perfecta armonía. Con apenas edición más allá de este collage, porque “si te pasas editando queda poco natural”, Mosqueira subió la imagen a su cuenta de X, donde recibió comentarios positivos y más de cien ‘me gusta’.
Este fotógrafo se dedica profesionalmente a la docencia y la investigación en la UDC, en la Facultad de Informática, y dentro del departamento de las Ciencias de la Computación y las Tecnologías de la Información. Como comenta irónicamente, se aficionó por la fotografía “hará unos diez años, para escapar un poco del ordenador y salir al monte a sacar fotos”. Luego ya aprendió que había también un aspecto técnico importante, del que fue aprendiendo poco a poco, hasta el punto de atreverse a presentar sus obras a propuestas como el calendario municipal: de hecho, en el del 2025 la fotografía del mes de junio, unos jóvenes alrededor de una hoguera de San Juan en la playa de Orzán, llevará su nombre. No obstante, todo parece indicar que la Torre de Hércules, “una niña bonita”, volverá a ser inmortalizada por su cámara.