Cuando estoy viajando, una de mis primeras paradas siempre es un club de jazz. Jazz Filloa es uno de los clubs más impresionantes que he visto hasta la fecha. La entrada está escondida en un callejón en el centro. Un hombre amable guarda la puerta, le pagas 10 euros y entras al club. Acogedor, equipado con un bar, pocas sillas y un pequeño escenario con un piano permanente te esperan en el interior. Carteles de festivales y aniversarios del club adornan las paredes. 

Jazz Filloa tiene más de cuarenta años, y el propietario, Alberto Filloa, atiende el bien surtido bar.  La música siempre está bien, y hay una noche para cualquier tipo de aficionado. Anoche hubo un tributo a dos vibrafonistas: Dave Samuels y Cal Tjader. Un grupo bien unido:  tocaron la batería, piano, saxofón y contrabajo con fluidez. Un invitado, Marcel Pascual, tocó el vibráfono y narró la aventura musical. Tocaron suaves sonidos, y se reunieron en un caos controlado.

La Filloa acoge múltiples conciertos cada semana y está abierto de 21.00 a 3.00 horas, de martes a sábado, en Rua Ciega. Las reservas son recomendadas. Se puede encontrar más información sobre el programa en la web www.jazzfilloa.com