Ni el Recorda, quizás más enfocado a un público de otro rango de edad, ni una tarde más otoñal que lo que sugeriría un seis de septiembre impidieron que los amigos de Arturo Franco Taboada llenasen la sala del Sporting Club Casino para asistir a la presentación del libro ‘O Camiño Debuxado’, en un acto organizado por la librería Arenas.
Podría parecer que el libro va sobre peregrinación a Compostela y, de hecho, así es, aunque la parte que más pareció interesar a la audiencia, que escuchaba atentamente las explicaciones del arquitecto, fue la de las recetas que incluye.
Y, para quienes deseen practicar idiomas, la guía está, además de en gallego, escrita también en alemán. Florian Weber, traductor de la Universidad de Kiel, leyó algunas de las indicaciones culinarias, que sonaban casi igual de suculentas en la lengua de Goethe que en la de Cunqueiro.
Explicó Franco Taboada en su intervención que el amor por el Camino surgió en su caso hace ya bastantes años, en 1961 o 1962, cuando veía Santiago como “una ciudad medieval, oscura, lluviosa y profundamente religiosa” hasta que, de repente, eso cambió. “Me atrapó”, confesó. El motivo: descubrir una Catedral con todos los estilos arquitectónicos: desde la Roma imperial hasta el neoclásico, pasando por el románico, el gótico y el barroco.
El libro, tal y como comentó su autor, acompañado en la mesa también por Javier Gómez-Montero y Laura Pereira, es en parte heredero de otro trabajo suyo, ‘De Asís a Compostela”, en uno de los muchos caminos que hizo, en este caso por Italia, siguiendo los pasos de san Francisco, por las “ciudades misteriosas, casi abandonadas” de las que hablaba Maquiavelo.
En este caso, el camino transcurre por tierras de Galicia y Castilla y León, con una especial atención a diversas viandas de las que se iba encontrando en su periplo y que inspiraron unos dibujos que surgieron siempre “con el plato delante”.
Con la comida como leit motiv, el arquitecto pidió a su amigo Pablo García Vivanco, que estaba entre el público con su mujer, Lola, que se acercase hasta el micrófono para alabar la dieta atlántica, de la que el nutricionista es un firme defensor. Los microorganismos de las aguas de la costa gallega ayudan a que los pescados sean ricos en omega-3, explicó, mientras, en el interior, verduras como nabizas, grelos o coliflor forman un menú ideal para una vida saludable.
Se habló, en gallego, castellano y alemán, de la lonja, del templo gastronómico que es la plaza de Lugo, de lamprea o de cocido maragato pero el plato fuerte de la presentación, en todos los sentidos, fue la empanada, “la más gallega de todas las comidas”, en la que destacó que “la masa es más gruesa, más rústica, siempre en el interior que en la costa”.
La idea cuajó y, al terminar, muchos fueron rápidamente a comprobar si la teoría ‘empanadil’ es cierta. Eso sí, llevando bajo el brazo un libro que, según nueve de cada diez asistentes, no se recomienda leer en ayunas.