El parque de Santa Margarita llevaba mucho tiempo languideciendo, sobre todo una de sus zonas más emblemáticas, la del molino, que antaño estaba rodeado por un estanque donde nadaban patos y cisnes y que se encontraba totalmente abandonado. Las obras que han finalizado recientemente han cambiado su aspecto, inspirándose en un jardín zen. La concejala de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Esther Fontán, presentó el nuevo molino, que incluye cuatro nuevas áreas verdes con elementos florales como azaleas, ejemplares de sicómoro japonés y también callaos de distintos calibres.
Fontán se mostró satisfecha del resultado de las obras, que incluyeron tareas de limpieza y mejora en la carpintería de la estructura del molino, al que solo le faltan las aspas. La reforma de la cubierta exterior se ejecutará en una segunda fase, pero para eso hace falta un permiso de Patrimonio, que ya está solicitado. En cuanto a los patos, Fontán señaló que no volverán al estanque por motivos ecológicos: “Son aves migratorias, y aquí no podrían ser libres”. x. l