Los vecinos de O Castrillón se levantaron ayer con una desagradable sorpresa: casi una decena de vehículos que se encontraban estacionados en la avenida de Casanova de Eirís amanecieron con las ruedas pinchadas. Se ignora quién es el responsable pero, como el incidente ha tenido lugar junto a u conocido punto de venta de drogas, los vecinos sospechan que está relacionado. Algunos apuntan, incluso, a una banda rival procedente de Monte Alto. La Policía Nacional ya está investigando los hechos.
Pero el presidente de la asociación de vecinos O Castrillón-Urbanización-Soto IAR, Ramiro Otero, no lo tiene tan claro: “Es una animalada, pero es un tema más de alguna situación de venganza que de los yonquis”. Otero asegura que es un caso insólito en el barrio, y por eso se muestra cauto: “No puedo decir que sea un problema con la gente de las drogas, porque lo hicieron en una zona determinada y no en otras. Es muy extraño”.
Fuera quien fuera, pinchó varias ruedas de cada vehículo, así que los propietarios se vieron obligados a solicitarse una grúa para retirar los vehículos de la calle. Es más, en el caso de una furgoneta, también rompieron un cristal, aunque se ignora si robaron alguna de las herramientas. En todo caso, para los vecinos este incidente no es más que otra gota en un vaso que no acaba de colmarse. Llevan años quejándose de que la presencia de traficantes de droga y toxicómanos en unas casas ruinosas junto a la avenida de Casanova de Eirís genera inseguridad.
Sin embargo, aunque sus protestas han servido para que la Policía Local y Nacional intensifiquen de vez en cuando sus patrullas en la zona, no han acabado con el punto negro y eso que O Castrillón es uno de los barrios más patrullados por el 092, junto con Os Mallos. Para Otero, sin embargo, “es el Gobierno municipal quien tiene que ponerse al día”.
Lo que quieren los vecinos de O Castrillón es que se demuelan las casas ruinosas entre las calles de Antonio Ríos y Casanova de Eirís. Existen planes de promoción urbanística en esa zona desde hace décadas, pero la crisis de 2008 los frenó, y la junta de compensación propietaria de los terrenos nunca se ha puesto de acuerdo para tomar medidas. Mientras tanto, los vecinos denuncian una sensación general de miedo.