Hay quien se lleva el trabajo a casa, pero son muy pocos los que se llevan a los compañeros. Entre estos se encuentran los agentes de la Unidad Especial de Guías Caninos (UEGC), radicada en A Coruña y que cubre toda la comunidad autónoma. Son 19 perros (11 hembras y ocho machos). Los guías de la Policía Nacional son responsables de dos animales, uno especializado en detectar explosivos y otro en drogas, billetes o armas. Los reciben cuando son cachorros, los entrenan, trabajan con ellos, y muchas veces se los llevan a casa. Cuando llega el momento de retirarlos del servicio, pasan a convertirse en sus mascotas. La relación de un guía canino con el animal es, a menudo, para toda la vida y clave en la eficacia de esta unidad.
La Dirección General de la Policía proporciona los cachorros a los agentes. Bien a través de la compra, en el extranjero. Pero a muchos agentes no les gusta esa opción porque, con los trámites, el perro puede llegar con un año de edad. “Ó principio é o máis delicado, porque é a socialización. Desde os dous meses ata os seis ou o ano é fundamental que non colla medo a nada. Teñe que estar co guía constantemente”, aclara el agente Emilio Besteiro.
Otra opción es acudir a Ávila, donde en unas instalaciones militares de cría caballar también crían perros. A los tres meses, ya se pueden ir a buscar. Ara, experta en explosivos, procede de allí. La tercera opción es hacerte con un cachorro por tu cuenta. “Fas unhas probas e despois aquí admitencho e pasa a ser da Policía, por motivos de responsabilidade civil”, comenta Besteiro. Esa es la opción que piensa emplear: “Solemos ter pastores belgas Malinois, porque son hiperactivos e nos veñen moi ben, pero esta vez vou dar un xiro e coller un Springer Spaniels”.
Los perros y los guías trabajan siempre como un equipo, y no se intercambian. “Ninguén traballa co meu can e eu non traballo con o can de ninguén. Non porque non poda facer un bo traballo, pero non é capaz de lelo como fago eu”, explica. Hay que tener en cuenta que los perros tienen un tiempo de búsqueda muy corto. Aunque no lo parezca, olfatear es una actividad muy agotadora, mucho más que correr. En veinte minutos o media hora, empiezan a decaer. Por eso a los registros van dos animales, como mínimo.
El entrenamiento se basa en el incentivo. A los perros les encanta jugar y también reciben golosinas de los entrenadores. “Traballan esperando a súa recompensa. A pelota, o xoguete, a comida. Ti fas o que eu quero, e sabes que tes o premio”. El resultado es que están impacientes por trabajar para después poder lanzarse sobre la pelota.
Los perros policía tienen caniles, pero muchos guías prefieren llevárselos a sus casas, donde se encuentran más cómodos. En teoría, un perro puede prestar servicio hasta los nueve años, aunque se puede prolongar un poco más. Maika, de casi diez años, se retirará muy pronto. Esta pastora belga es la única condecorada de A Coruña con el mérito policial y Besteiro, su guía, quiere proponerla para otra medalla. “No último rexistro atopou un millón e medio de euros”, explica, orgulloso.
Por supuesto, Maika pasará una tranquila jubilación en casa de Besteiro, que no se plantea ni por un momento otra opción. A muchos guías caninos les pasa lo mismo porque, para cuando llega la edad del retiro, perros y guías han forjado con ellos un vínculo inquebrantable. Pero eso de tener los perros de dos en dos supone un problema cuando se retiran. “Eu me vou quedar con eles. Non sei como narices vou facer, porque, claro, teño que meter outros dous, así que vanme coincidir no tempo catro cans”, explica el agente Cristian Núñez. Reconoce que tiene ofertas para acoger a los perros, de buenas familias. “Dinme: non te podes quedar con Raio, que é meu e tal. E eu digo: ‘Xa o pensarei’. Pero non. E con Maya, igual. Son parte da miña familia”, confiesa.
Aunque sean propiedad del Cuerpo, los guías hablan de los animales como si fueran suyos. “Ter bos compañeiros é fundamental, pero nos temos os mellores, porque son cans. Eses non fallan”, concluye Besteiro.