Una parte importante del medioambiente es la atmósfera, kas emisiones de efecto invernadero que no solo calientan la atmósfera, sino que también afecta directamente a la salud. El Instituto  de Salud Global de Barcelona, de la Universidad Pompeu Fabra  estima que podrían evitarse 106 muertes al año por enfermedades complicadas por la contaminación si la ciudad cumpliera con las especificaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Hay que matizar que no se trata de  una cifra elevada: en Vigo se calcula en 111 las personas cuyas muertes se deben a complicaciones respiratorias que se agravan con la contaminación. Por otro lado, los detectores de partículas finas (más pequeñas que el grosor de un cabello humano y que por eso son más dañinas) en una media anual de 12,6 por metro cúbico,  por encima de Vigo (a pesar de que es una población más grande) cuya media es de 12,3.

Esto podría deberse a varios factores, como la mayor exposición de la ciudad a los aerosoles marinos, como señalan organizaciones ecologistas como Adega. Por otro lado, desde el Grupo Hábitat recuerdan que es importante que los ciudadanos empleen el transporte público o se desplacen a pie como una forma personal de contribuir a medio ambiente. Y, por supuesto, consumir con responsabilidad productos de cercanía, por ejemplo.

Zonas verdes

Otro factor que contribuye mucho a mejorar la atmósfera son las zonas verdes, puesto que absorben dióxido de carbono y otros gases. A Coruña es una ciudad con una alta densidad de población y escasos espacios verdes en el centro, constreñido por el mar. Pero, además, desde Hábitat señalan que es necesario mejorar la calidad de estos espacios naturalizándolos, como se hizo con el parque de la Torre de Hércules: consiste en no desbrozar algunas zonas para que se conviertan en refugio de la fauna, como pájaros granívoros, que se alimentan de las semillas de las plantas como verderones o jilgueros.

A los coruñeses les gustasen los árboles, y desean que se planten más, pero siempre generan quejas, ya sean porque consideran que no están los suficientemente o porque los ejemplares de hoja caduca provocan que los transeúntes de la Tercera Edad resbalen. “Hay que encontrar un punto de equilibrio –admite Santiago Vázquez, de Hábitat– pero hay que dejar también las hojas en los parques, para que produzcan mantillo”.