Ana Carreiras trabaja tranquilamente en su peluquería ACL, en Ramón Cabanillas, Os Mallos, bajo la atenta mirada de su perra, ‘Khaleesi’. El animal tiene su rincón desde el que observa a todo aquel que entra. A primera vista, no parece un animal muy feroz, y la propia Carreiras lo reconoce: “Es una perra muy, muy tranquila. Mucho, mucho”. Sin embargo, algo de perro guardián debe tener esta palleira, porque asegura que ha logrado espantar a un ladrón.
Carreiras lo explica así: “Fue hace veinte días. Estaba con ‘Khaleesi’ en la peluquería cuando entró una señora”. La perra tiene la costumbre de saludar a los clientes “menos cuando tiene mala pinta. Entonces le ladra y no le deja entrar”. En este caso, no recibió mal a la clienta, pero esta, en cambio, no acogió bien que en la peluquería hubiera un perro. Les tenía cierto recelo.
“La señora dejó el bolso en el tocador y me dijo que no le gustaban los perros”, recuerda la peluquera, que fue bastante clara con la recién llegada. “Yo le dije que si no le gustaba, bien, pero que esta es la casa de la perra”. La señora dudó. Aún recelaba de ‘Khaleesi’, que la observaba desde un rincón. ‘Era muy ‘repunantiña”, recuerda Carreiras.
Al final, la clienta se dejó convencer y se sentó para que le lavaran los cabellos. “Había uno fuera, un chavalito drogadicto, que iba de arriba para abajo. Cuando la señora se sentó, entró y cogió el bolso”, recuerda.
‘Khaleesi’ reaccionó inmediatamente y se puso a ladrar. El delincuente no debió haberla visto, porque se sobresaltó y dejó el bolso para emprender la fuga. Carreiras se volvió hacia su clienta: “Yo le dije: ¿Ves cómo vale la pena tener un perro en un negocio?”.