Reportaje | El huerto del Calasanz siembra la solidaridad de sus niños

Reportaje | El huerto del Calasanz siembra la solidaridad de sus niños
Lucía Caridad ayuda a sus alumnos a cultivar en el huerto | Pedro Puig

El colegio Calasanz realiza un proyecto para favorecer el aprendizaje y la colaboración entre sus niños. Se trata de una huerta en la que los pequeños aprenden a cultivar las semillas y a cuidar de las verduras hasta su recolección. Estos jóvenes agricultores obtienen zanahorias, puerros, coles, berenjenas y otras hortalizas que no se desperdician. En un acto de solidaridad, la institución ofrece estos alimentos a la Cocina Económica, asociación benéfica que da de comer a personas sin recursos.


El huerto y el invernadero han formado parte del Calasanz desde hace muchos años, pero la iniciativa para revitalizar sus actividades se desarrolló el pasado verano. Un grupo de profesoras decidió aprovechar el interés de los niños entre 3 y 5 años para organizar actividades que convirtiesen el terreno en espacio de enseñanza al aire libre.


“Lo teníamos al lado y a los niños les encanta. Estaba preparado para los más mayores, así que lo organizamos para que cualquiera pudiera utilizarlo”, explica Lucía Caridad, coordinadora de este proyecto realizado en el huerto escolar. “Ellos saben que entre todos se cuida lo de todos. Cada uno planta en un sitio, pero todos lo cuidamos”.


Los pequeños tratan sus cultivos como profesionales gracias a la ayuda y la guía de sus profesoras. El objetivo consiste en que conozcan el desarrollo de los campos de cosechas, pero también plantea una segunda lección: aprovechar estos alimentos para que sean utilizados. “No queremos que sea un proyecto escaparate. No se trata de que los niños sólo vengan a regar las plantas. Buscamos que le vean una aplicación práctica y de vida”, cuenta David García, director de Infantil del Calasanz.


Ante esta perspectiva, uno de los padres sugirió donar estas verduras a la Cocina Económica, comedor social dónde él mismo trabajaba. La primera donación  consistió en la entrega de varias cajas de lechugas.  


Lucía recuerda con cariño la reacción de sorpresa de uno de los niños. “El hijo del papá de la Cocina Económica dijo: ‘Se comieron nuestras lechugas y dijeron que estaban muy buenas’”.


Las profesoras planean seguir adelante con estas colaboraciones con la Cocina Económica ofreciendo nuevas cosechas. También confían en que en el futuro podrán conseguir los permisos adecuados para que los niños puedan disfrutar de sus propias hortalizas en el comedor del colegio, no muy lejos del huerto. 

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