Tres años de espera convierten la próxima celebración de Fin de Año en una suerte de liturgia con un nivel de expectativa equiparable al que provocan cada cuatro años un Mundial de Fútbol, unos Juegos Olímpicos o la sempiterna última gira de los Stones. En A Coruña era hasta hace dos días simplemente una sospecha o percepción, pero los números de ayer batieron récord de ventas a un nivel que solo las leyendas del rock podrían firmar: las dos primeras grandes salas en sacar a la venta sus entradas se quedaron sin papel, en el sentido figurado de la expresión, en cuestión de minutos. Pelícano agotó los tickets disponibles (más de 2.000) al poco de iniciar la venta, mientras que el Cine París, inaugurado hace solamente ocho días, también comprometió la totalidad de su aforo. En ambos casos, los organizadores de las que serán fiestas más multitudinarias de la ciudad se han reservado un porcentaje mínimo para una segunda ronda de ventas.
La imagen que mejor define lo que será el próximo Fin de Año es la metáfora de un traje guardado en su funda y viendo pasar los años desde el fondo de un armario, mientras lo arrinconan las prendas de temporada. Sin embargo, por fin saldrá a jugar en breve. Y ese es el sentimiento que llevó a muchos a colapsar el servidor de las entradas de la zona del puerto. “Va a ser un fiestón, porque muchos chavales de 18, 19 o 20 años no saben lo que es un Fin de Año. Muchos padres nos llamaban desesperados porque sus hijos se habían quedado sin entradas”, confiesa el gerente, Luis Diz. “Llegaron a conectarse 6.000 personas a la vez para hacerse con una”, añade. El plan de la noche en la sala Pelícano, que podría dejar el 10 por ciento de entradas disponibles para su venta en taquilla, era de 35 euros con 3 copas gratis en la primera tanda de venta y de 45 con la misma oferta en la segunda. El grupo de Diz ofrecerá también una fiesta con el Atlántico 57 y el Andén en el mismo lote, además de cotillones con entrada en Brit y Amura, aún sin fecha para su venta. El Playa Club, por su parte, tendrá una sesión light para menores, con barra libre y sin alcohol, mientras que la sala Inn no cobrará entrada, pero sí tendrá un estricto control de acceso.
Rigurosa etiqueta
El Cine París, recién llegado a la cartelera del ocio nocturno, apuesta por una ruta que incluirá barra libre por 70 euros y dos locales más asociados, además de una consumición en la noche de Reyes. Al igual que en su inauguración, habrá dress code, según advierte su gerente, Emilio Ron, desbordado por la demanda minutos después de sacar a la venta las entradas. “Quedan unos cuantos tickets para lo que será una fiesta completamente diferente, queremos ser lo más distinguidos posible y la única condición sine qua non es la rigurosa etiqueta”, dice.
Después de un Halloween para la historia, A Coruña se prepara para disfrazarse de gala.