Acuñó en abril de 2013 la entonces ministra de Trabajo Fátima Báñez uno de los eufemismos más polémicos y que más dieron que hablar en su momento. Se refirió a los españoles que migraban en busca de una oportunidad laboral o de condiciones de trabajo más justas como “movilidad exterior”. Los números dicen que ya por aquel entonces 27.229 coruñeses vivían en el exterior y que más de 1.000, en su mayoría menores de 30 años, hacían las maletas cada año. Hoy el ritmo no ha decrecido en exceso y son 35.130 los nacidos en la ciudad que residen en el extranjero, según datos del Instituto Galego de Estatística.
Pasan las crisis, las guerras, las pandemias y las administraciones de todos los colores y no solamente se mantiene abierto ese bombeo de talento a todas las esquinas del globo. Lo más revelador y preocupante es que los que se han ido no tienen en sus planes de futuro regresar. La inmensa mayoría no solamente habla de la diferencia de oportunidades y lo acertado de su decisión de haber hecho las maletas, sino que en muchos casos creen que media un abismo entre la situación en su casa de origen y la de adopción.
Podrían dividirse las razones para descartar un retorno a corto plazo en tres grandes argumentos: económicos o laborales, socioculturales y de oportunidades. Fernando Pena, que se marchó con 34 años, más tarde de lo habitual, se adhiere a los tres. Emigró a Canadá después de saltar de empleo en empleo e incluso cerrar un negocio propio. “Vancouver nos proporcionó la oportunidad de aumentar la familia, comprar nuestra propia casa y poder viajar con asiduidad”, recuerda. “Además, es un país muy plural, abierto y la gran mayoría somos inmigrantes: convivimos culturales, razas y religiones de todo el mundo con respeto y tolerancia”, añade el coruñés. Es precisamente esa ‘melting pot’ lo que ha llevado a Julia Pastur a elegir Londres no solamente como su lugar en el mundo, sino también el ideal para criar a su hija. “Las ventajas de estar aquí son muchas: desde la facilidad para viajar a la de encontrar trabajo o la simple diferencia de una baja de maternidad”, recuerda. “Me casé con un inglés al que le encanta Galicia, pero me gusta mucho el multiculturalismo y el nivel educativo de Inglaterra, y me daría mucha pena privar a mis hijas de esto”, prosigue.
Curiosamente, cinco de los seis encuestados gozan de una comodidad económica y laboral importante, pero únicamente Sara López se ha asentado en el mismo campo de su formación académica. Y es ahí, después de un año en Londres y cinco en Berlín, donde cree que empieza la brecha con España: en las ayudas al joven, venga de donde venga. “El Gobierno alemán ofrece muchísimas más ayudas laborales, incluso si no eres alemán: cursos de formación, una oferta más grande, ayudas o cursos de alemán”, indica la graduada en Psicología, que resulta un paradigma de toda una promoción. “Creo que la mayoría de los que estudiaron conmigo se fueron al extranjero, más o menos al mismo tiempo que yo”, subraya.
Prácticamente coetáneos y con una historia diferente pero muy semejante, Sergio Morales, Adrián Núñez y Pablo Pérez han apostado por experiencias exóticas y con una historia detrás que prácticamente les daría para escribir un libro. En el pasaporte del primero, licenciado en Ciencias Políticas, se acumulan los sellos y los permisos de trabajo: una larga estancia en Reino Unido, un periplo en Eslovaquia y ahora asentado en Limasol pero, como siempre, con una fecha de caducidad clara para cuando el cuerpo le pida un cambio. “Sólo considero volver cuando sea indispensable para mi familia”, advierte.
Adrián y Pablo, por su parte, compartieron durante años enfrentamientos sobre el terreno de juego. Jóvenes promesas y líderes respectivamente del Victoria y el Imperátor seguramente su yo de entonces ni se imaginaría cómo en cuestión de una década ocuparían cargos de responsabilidad en Emiratos Árabes, Arabia Saudí o Australia.
Que hay un gallego hasta en la luna y que la morriña existe seguramente sean ciertas, pero las formas de emigrar y la manera de disfrutar el mundo sin duda han jugado a favor de los coruñeses con el tiempo. Y por eso volver., de momento, no es una opción.
Incluso los programas de administraciones como la Xunta apuestan por el retorno, especialmente de hijos de generaciones anteriores, pero las realidades de entonces y de ahora son muy diferentes.
►CUESTIONARIO |
1- ¿Cuál fue el motivo por el que decidió marcharse? |
2- ¿Qué oportunidades ofrecía A Coruña entonces y cómo ve la situación ahora? |
3- ¿Entra en sus planes retornar a medio o largo plazo? |
4- ¿Qué ventajas ha tenido respecto a haberse quedado? |
FERNANDO PENA VALIÑO (41) |
“Puedes empezar una profesión sin importar si tienes 20, 30 o 50 años”
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JULIA PASTUR MÉNDEZ (36 años) |
“Me gusta mucho el multiculturalismo y el nivel de los colegios londinenses”
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SARA LÓPEZ SÁNCHEZ (27 años) |
“Un trabajador en España cobra lo mismo que alguien en prácticas aquí”
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SERGIO MORALES (36 años) |
“Sólo contemplo volver cuando sea indispensable para mi familia”
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ADRIÁN NÚÑEZ GARCÍA (34 años) |
“Si regresaré y el cómo o el cuándo son cosas que todavía no sabría decir” |
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PABLO PÉREZ LLANO (35 años) |
“Veo la situación, pero aún lejos de lo que ofrecen otros países”
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