Quizá el incidente más notable de los pocos que se registraron este verano en las playas de A Coruña fue la aparición de las carabelas durante un par de semanas, lo que alarmó a los veraneantes y obligó a actuar a los servicios municipales, retirandoa más de 200. La aparición de estas falsas medusas (en realidad, son colonias de organismos microscópicos) es temida por su picadura, muy dolorosa. Pero, a raíz de los datos suministrados por el Ayuntamiento, se concluye que causaron mucha más alarma que dolor. En cambio, el escarapote, que no acaparó titulares, hizo honor a su sobrenombre de faneca brava.

En efecto: los socorristas no atendieron a ningún bañista por la picadura de la carabela portuguesa, pero sí por el pez que suele enterrarse justo bajo la superficie de la arena. En total, el marcador quedó 0 a 39 a favor del escarapote, un clásico del verano gallego. 
 

Hay que decir que no es, ni mucho menos, la incidencia más común registrada por los socorristas en sus tres meses de trabajo. Curaron 175 cortes y 50 abrasiones, además de atender 51 traumatismos y 41 casos de alergia, pero el escarapote sigue siendo el depredador más feroz de los arenales coruñeses aunque el año pasado se había dado el triple de casos.  
 

En total, los socorristas atendieron 535 incidencias, entre las que se destacan 21 rescates. Afortunadamente, no se registró ningún ahogado, aunque sí dos octogenarios sufrieron fallos cardíacos fatales en Riazor y Orzán. En total, tuvieron que atender doce respiratorias, pero resto se salvaron, lo que dice mucho de la profesionalidad del servicio.
 

Otras incidencias, como los cierres de los arenales por la acción de las mareas altas, también son destacables, pero los coruñeses (y los visitantes) vivieron en general un verano bastante plácido. Por lo menos, en las playas.  Mención aparte merece O Parrote, la única zona de baño que no es una playa. Solo se registraron 22 incidencias y la mayor parte fueron cortes en las rocas. El consuelo es que allí no había escarapotes ocultos.