La de ayer era una tarde especial para la ciudad, que vivía su jornada más emblemática de la Semana Santa. Y lo hacía, además, con cierta normalidad después de dos años de pandemia. Ahora, con menos restricciones y tres vacunas por ciudadano mediante, todo vuelve a parecerse cada vez más a lo de antaño.

Y es que la del Sábado Santo es la procesión más solemne de la Semana Santa coruñesa, en lo que es una gran muestra de recogimiento de los fieles, que viven la jornada de manera apasionada.

Los Caladiños realizaron en absoluto silencio su recorrido con principio y final en la plaza de Carlos I. El Parrote, la Dársena y Puerta Real fueron los escenarios por los que la comitiva mantuvo un mutismo riguroso.

También los que acudieron a ver los pasos en su camino por la fachada marítima de la ciudad mantuvieron un silencio respetuoso, solo roto por momentos por el bullicio propio de la zona, que estaba muy concurrida por curiosos que acudían a ver un verdadero espectáculo de devoción.

Por otra parte, cabe destacar que hasta la meteorología fue partícipe de este evento, dado que la lluvia, o mejor dicho, su ausencia, respetó esta tradicional jornada en las calles de la ciudad coruñesa. Y es que, aunque a primera hora de la tarde de ayer el cielo se presentaba despejado y lucía un radiante azul, lo cierto es que poco a poco las nubes se fueron abriendo paso, pero sin derramar precipitación alguna.

Todo ello permitió que todas las personas interesadas en participar o en presenciar la procesión a su paso por alguno de los puntos ya referidos del centro de la ciudad, pudiesen hacerlo sin problema alguno y sin necesidad de portar paraguas.