El 1 de diciembre de 1981 se diagnosticó el primer caso de VIH. Hoy, 43 años después, todavía quedan muchas estigmas que romper y mucho trabajo por delante para erradicar esta pandemia, con la esperanza de una vacuna en el horizonte. En A Coruña, hay actualmente 1.480 personas a tratamiento, pero el diagnóstico tardío sigue siendo un problema. Así lo pone de manifiesto Sonia Valbuena, directora del Comité Ciudadano Antisida de A Coruña (Casco), con motivo de la celebración este domingo del Día Mundial del Sida, el primero dedicado a la salud en todo el mundo.
El lema de este año es ‘Emprendamos la senda de los derechos’. ¿Qué mensaje quiere transmitir?
Que seguimos adelante luchando por nuestros derechos y que es una lucha todos los días. Sigue siendo importante visibilizar este día porque actualmente en A Coruña tenemos 1.480 personas a tratamiento y porque seguimos teniendo un 50% de diagnóstico tardío. Y porque sigue habiendo un estigma social importantísimo que afecta a la calidad de vida de estos pacientes.
Es una enfermedad alrededor de la cual siempre hubo muchos mitos, pero también sigue habiendo.
Sí. Las medidas de prevención se han rebajado porque parece que es una enfermedad crónica y que con una pastillita al día ya está. Y no es así. Y un tercio de la población tendría problemas para trabajar con una persona seropositiva. Las personas que reciben este diagnóstico tienen serios problemas para declarar su enfermedad porque socialmente sigue habiendo estigma.
"Un tercio de la población tendría problemas para trabajar con una persona seropositiva"
Decía que hay un 50% de diagnóstico tardío, es un índice muy alto.
Para nosotros, hay varios ejes de importancia vital. Uno es cribar a toda la población sexualmente activa, por eso nuestro programa ‘ViHxía móvil’, en el que vamos a espacios de ocio nocturno y festivales a hacer pruebas de VIH y hepatitis C. Hay que frenar los diagnósticos tardíos, la transmisión de las ITS y seguir educando a la población. Y seguir peleando por mejorar la calidad de vida de las personas seropositivas.
Casco lleva desde 1990 trabajando, pero su labor ha cambiado mucho, ¿no?
Nuestro trabajo cambia a partir del año 96 con los nuevos tratamientos antirretrovirales. La gente deja de morirse para sobrevivir. Actualmente, todos nuestros programas van dirigidos a trabajar contra la vulnerabilidad y la exclusión social. Creemos que esto es un problema de prácticas de riesgo, no de grupos de riesgo. Y las prácticas de riesgo, tienen más riesgo cuando estamos en entornos vulnerables.
¿Cuáles son las mayores barreras que aún enfrentan las personas que viven con VIH?
Primero, las políticas. Al final, es una decisión política mundial. Con que tratáramos a toda la población seropositiva o de personas que viven con el VIH, en una generación se erradicaría la pandemia. Es así de sencillo. Y de duro. Y educación por vena.
“No puede ser que hoy en día una persona vaya al médico a pedir la prueba del VIH y todavía le hagan un cuestionario”
Esto es una lucha diaria.
Contra todo. Trabajar con personas es muy difícil porque cada uno viene con su mochila. Y luego está la lucha de formar a toda la sociedad. Resulta que donde más ignorancia hay sobre el VIH y su transmisión es en el ámbito médico. No puede ser que hoy en día una persona vaya al médico a pedir la prueba del VIH y todavía le hagan un cuestionario.
¿Considera que estamos ante una nueva ola de infecciones de transmisión sexual?
Estamos ante un problema de salud pública. Hay un índice de transmisión de ITS alarmante. De sífilis, de gonorrea, de clamidia... Y, además, algunas veces resistentes a los tratamientos. Una de las prácticas que está empezando a darse más es el ‘chemsex’, la realización del sexo en grupo, sin protección y con uso de drogas. Eso es un campo de abono para las ITS alucinante. En A Coruña, tenemos como 300 personas en PrEP y se están implementando programas de la prevención, pero al final esto es educación y responsabilización de las personas.
"Una de las prácticas que está empezando a darse más es el ‘chemsex’. Eso es un campo de abono para las ITS alucinante"
Mientras, se sigue esperando por la vacuna...
Hay que seguir intentando frenar con prevención hasta que salga la vacuna o hasta que nuestros políticos mundiales se pongan de acuerdo, cosa que no parece nada factible, y se decidan a cumplir los objetivos de la ONU, que para 2030 quiere al 95% de la población diagnosticada, tratada, indetectable y con calidad de vida. Eso acabaría la pandemia en una o dos generaciones.