Lo que está de moda ahora es humanizar, y la ampliación de Alfonso Molina anunciada hace una semana, no es ajena a esta circunstancia: el proyecto incluye una revisión de los márgenes desde la salida de la autopista a Ponte da Pedra, con ajardinamiento y un muro vegetal para escudar a los peatones del ruido del tráfico, y reducir la velocidad a 50 kilómetros por hora en los carriles exteriores.
Pero lento o rápido, el tráfico será cada vez más denso: la autoridades manejan que crecerá un 33% el número de vehículos en una década hasta llegar a los 160.000 viajes diarios y en parte se debe a la falta de aparcamientos disuasorios, que obligan a los conductores a entrar en el casco urbano. El único que existe se inauguró en octubre de 2015, y se encuentra en Lonzas.
Pero existe un plan sectorial de aparcamientos disuasorios de 2012 que contemplaba once de estas infraestructuras rodeando la ciudad y que sumaban 4.000 plazas. De ese plan, del que han pasado más de diez años, solo están disponibles las 176 plazas que ofrece Lonzas.
La Xunta cuenta desde junio de 2021 con un estudio en el que se proponía instalar tres aparcamientos disuasorios en la periferia coruñesa aprovechando los fondos europeos Next Generation: uno en el apeadero de O Burgo, otro en O Temple y el tercero, dentro del término municipal coruñés, frente al colegio de Santa María del Mar. Forma parte de una estrategia global de la Dirección Xeral de Mobilidade, que incluyen itinerarios ciclistas y tramos peatonales que por el momento no se ha materializado.
Solo el aparcamiento disuasorio de Santa María del Mar ya ocuparía 4.200 metros cuadrados, es el más grande de los tres que se plantean, y albergaría 150 vehículos, mientras que los otros dos, el del Apeadero de O Burgo, con 3.500 metros cuadrados, y el de O Temple, con solo 1.120, tendrán capacidad para 125 y 40 vehículos, respectivamente.
Para el apeadero se planteaba una inversión de 625.000 euros, y en el de O Temple, 206.611, mientras que para el de Santa Mar se calculaban 750.000 euros. Los técnicos de la Xunta consideraban que existía una demanda potencial para el párking disuasorio de Santa María del Mar de más de 78.000 conductores, considerando la población de la zona.
La idea consistía en que los conductores abandonen allí sus vehículos y se suban a la línea 12 del autobús municipal, que les llevaría por la avenida de A Pasaxe hasta O Castrillón, en cuyo intercambiador podrían cambiar de línea. Pero, más de un año después, fuentes de la Xunta, afirman que los técnicos están trabajando en los proyectos de disuasorios asociados a la Vía Ártabra y a la AG-55, evaluando su viabilidad.