La Asociación de Vecinos Juan Flórez y Ensanche es la más joven en unirse al grupo de representación y defensa de los barrios de la ciudad. Nació hace menos de un año para dar voz a una zona que se siente un escaparate, y no precisamente por la gran actividad comercial, sino porque entiende que las actuaciones que se realizan no tienen en cuenta los intereses de los vecinos. Así lo resume su presidente, Alfredo Camarero: “Es un barrio pensado para los visitantes, todo se hace pensando en los de fuera”.
De visitantes sabe un rato largo el dirigente, un rostro conocido de la ciudad que en los últimos meses se ha vuelto aún más célebre. Él fue impulsor de la noria del muelle de Batería, y en su currículum hay una larga lista de actuaciones en ese sentido. Sin embargo, Fredy, como le gusta que le llamen, mira con preocupación desde lo alto de la noria, unos metros más allá, a la arteria que supone Juan Flórez. “Somos el barrio que más impuestos paga y el que menos servicios tiene: puedo comprarme una camisa maravillosa, pero no llevar a mi hijo a una piscina, no tenemos ningún tipo de servicio social como bibliotecas o un centro cívico”, recuerda.
Es precisamente esa especie de externalización de las necesidades en otros barrios donde nace el otro gran problema, a juicio del mandatario vecinal. “No quieren que tengamos coche, el tema más urgente para nosotros ahora mismo es la movilidad y lo que suponen las peatonalizaciones”, explica.
Otro quebradero de cabeza para la Asociación de Vecinos Juan Flórez y Ensanche pasa por el carril bus y la peatonalización de que la hace bandera el Gobierno municipal, algo que desde el punto de vista de los residentes saldrá caro. “El carril bus es un golpe muy duro para el comercio, va a ser un punto de inflexión negativo”, advierte Camarero. “Es un ataque por muchos frentes: los contenedores en plazas de aparcamiento, las terrazas en plazas de aparcamiento, los bolardos en las esquinas...”, continúa el presidente de los vecinos, que no ve un punto de entendimiento posible. “No hay una alternativa al carril bus, simplemente no tiene que haberlo. Lo que vas a generar es que la gente esté más tiempo buscando para aparcar, y los atascos afectan a los autobuses”, subraya.
Por otra parte, con el incremento de los precios del “establo”, como definió la alcaldesa los aparcamientos en su símil entre coches y vacas, el coche se convierte en otra hipoteca más. “Hay un gran porcentaje de viviendas sin garaje. El que trabaja en hostelería y a partir de las once no tiene buses para volver a casa no puede permitirse pagar 170 euros al mes por una plaza”, dice.