La conselleira do Mar, Rosa Quintana, quiso despejar cualquier inquietud que pueda haber sobre el peligro que corren los arenales de Santa Cristina y Oza, los más expuestos a los lodos tóxicos que se retirarán durante el dragado de la ría de O Burgo, lo que podría conllevar su cierre. La conselleira recordó que previamente a los trabajos, que acomete el Gobierno central, se realizó un estudio de impacto ambiental en el que se tuvo en cuenta esta posibilidad. “Vai a haber un seguimiento continuo, por parte de técnicos”, prometió.
Quintana expresó su confianza en que las medidas correctoras que ya se encuentra incluidas en el proyecto eviten este supuesto. “A posibilidade existe –reconoció–. Cando se fai un proxecto de este tipo se poñen por escrito todas as debilidades e todas as fortalezas” Desde la Xunta, entiende que todas las medidas correctoras previstas serán suficientes para evitar lo peor.
De ocurrir, no sería la primera vez que Oza tuviera que ser cerrada al baño. A principios de mes, tuvo que adoptarse esta medida al descubrirse niveles perjudiciales de la bacteria ecoli. Los problemas de este arenal vienen sobre todo por sentinazos de barcos, como pesqueros o yates y se disipan rápidamente por efecto de las corrientes. El año pasado, por ejemplo, hubo un cierre en San Amaro por el sentinazo de un yate. En otras ocasiones es una tubería la que vierte las fecales al mar, pero es más infrecuente porque con los años se han eliminado esas fuentes de vertido.
De momento, las obras de dragado ya han provocado un efecto imprevisto, que es el aumento del furtivismo. Desde la Cofradía de Pescadores señalaron que se trata de un problema grave, del que tienen que tomar nota las autoridades: “Detectamos que de un tempo para aquí está aumentado o número de furtivos que están baixando cara a ría do Burgo”, denunciaba el portavoz de los mariscadores, Manuel Baldomir, a principios de mes.
A ese respecto, Quintana ha señalado que se están incrementado las horas de vigilancia, pero destacó la importancia de la concienciación ciudadana para atajar el problema: “Os furtivos existen porque hai algún irresponsable que é capaz de comprar este producto por medios ilegais sabendo que pode poñer en riesgo a súa saude”. Efectivamente: este marisco no se puede consumir directamente del agua, y no por las obras de dragado, sino porque la ría está catalogada como zona “B”. Eso significa que tiene que pasar siempre por un proceso de depuración antes de su consumo, lo que ocurre solo cuando la extracción se realiza por medios legales. Obviamente, los furtivos no llevan su captura a una depuradora, y la almeja puede estar contaminada con alga roja, toxina hipofílica o toxina amnésica, entre otras, lo que la convierte en un peligro para la salud.
La Xunta, entre otras medidas, tiene convenios con las cofradías para que contraten guardapescas, pero aún así, Quintana advierte que toda solución es poca si no se cuenta con la colaboración ciudadana.