Cuarenta y cuatro días para el San Roque. Todos los cuentan en Betanzos. Tras las cancelaciones de los dos últimos años, se muestran entusiasmados ante su noche más especial y, después del accidente de 2018, a solo seis semanas de volver a verlo volar, también se nota cierto nerviosismo, acrecentado por el estreno de la Fundación Globo de Betanzos. Esta es su primera vez en activo para conducir desde la confección hasta la elevación del aerostato ideado hace más de cien años por Claudino Pita Pandelo.
 

El CEIP Vales Villamarín es el centro de operaciones en el que  los Pita y sus colaboradores almacenan, cortan, pegan, forran, encintan y confirman cada detalle de cara al 16. Empezaron al día siguiente de la clausura del curso escolar y, desde entonces, la actividad es constante, siguiendo “un proceso muy laborioso y que se lleva a cabo exactamente igual que como se hacía desde su inicio”, explica uno de los Pita.
 

En las últimas horas, coincidiendo con el “forrado”, decenas de vecinos se acercaron hasta el centro para “ver el Globo de San Roque”. Quien lo dice es un niño que, con solo siete años, lo mira con respeto, extendido sobre el suelo del Vales Villamarín.
 

Los “forros” son piezas de papel de 02,50 metros que se pegan en las partes superior e inferior de cada cuarterón –“periquito” y “boca”– a los que se unen otros, en ambos extremos, que miden alrededor de 00,50. Ahora, una vez seco, los constructores afrontarán una de las etapas más delicadas del proceso, que es unir los dieciséis “trozos” que conforman el Globo de Betanzos.
 

Entre metros de papel y tela, cubos con engrudo de harina de centeno y, sobre todo, mucha ilusión, los betanceiros encaran el último mes con la mirada puesta en el cielo y mirando a su alrededor, convencidos de que con ellos, en todo esto, están sus ancestros,  de la misma manera que lo estaba Álvaro Cunqueiro de la presencia de los Montgolfier.